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(Lechería. 09/09/2022) En las elecciones de 1968 aparece por primera vez en Venezuela el fenómeno del bipartidismo, donde Acción Democrática y COPEI juntos obtuvieron el 57% del total de los votos, situación que posteriormente se fue incrementando hasta llegar a un 93,3% en las elecciones de 1988. Pero la crisis social, derivada de los privilegios otorgados a los copartidarios y la corrupción, elevó los niveles de desconfianza y frustración ciudadana, lo cual condujo a la pérdida de credibilidad de los partidos tradicionales (AD-COPEI), lo que estimuló el punto de quiebre en las elecciones de 1993 que termina por romper con el equilibrio del bipartidismo.

Este descalabro quedó evidenciado más adelante en las elecciones de 1998, donde resultó electo por primera vez Chávez. Comicios en el cual, Acción Democrática y COPEI quedaron relegados y obtuvieron apenas el 11,2% de los votos, el daño estaba hecho, perdieron el 91.7% de su base de electores, situación de la que no han podido recuperarse. Sin embargo, el bipartidismo en Venezuela no terminó con la llegada de Chávez al poder, por el contrario, se transformó y mutó después de las elecciones del 2006, en el que los principales partidos políticos del país se agruparon en una coalición de partidos, adoptando el concepto de “unidad”, para hacerle frente al partido de gobierno. Desde ese entonces y en lo sucesivo, ahora el bipartidismo no estaba representado por los dos principales partidos del país, sino por bloques de alianzas de partidos a favor del oficialismo y el bloque de partidos identificados como opositores.

De acuerdo a las estadísticas de los procesos electorales realizados desde 1974 hasta la más reciente realizada el 21 de noviembre del 2021, se evidencia una verdad polémica e incontrovertible. Los partidos en Venezuela perdieron la confianza de los venezolanos, más del 70% de los electores boicotearon la convocatoria a elecciones municipales y regionales. Los venezolanos valoraron la oferta electoral presentada y se abstuvieron. Atrás quedó la ilusión de la “unidad”, de la tarjeta unitaria, o “la de la manito·”, los venezolanos no vieron en ninguna de las opciones una verdadera alternativa de cambio, esa es la verdad.

Las cúpulas que se abrogan desde el 2010 la representación de la oposición, detuvieron el reloj, para ellos el tiempo no ha transcurrido, vienen despreciando sistemáticamente a sus dirigentes y militantes, a quienes usan de manera instrumental para lograr pequeñas cuotas de poder o favores gubernamentales. Para colmo de males, a pesar de los precarios resultados obtenidos bajo su errática conducción política, son incapaces de identificar y reconocer los errores cometidos durante su gestión, pero tampoco rinden cuentas, y solo muestran sus rostros cada vez que se asoma alguna elección, y definitivamente si algo ha entendido el ciudadano promedio, es que la política es mucho más que elecciones.

Los ciudadanos están cada vez más claros, saben que con Maduro y sus cómplices en el poder, Venezuela no tendrá un futuro de progreso, y esperanza capaz de materializar bienestar para todos los venezolanos. Pero para la mayoría de los partidos que se hacen llamar de oposición, no tienen mayores diferencias, porque esas organizaciones están vinculadas a la Internacional Socialista; donde hacen causa común los movimientos colectivistas, progresistas o socialistas del mundo, y su oferta política, con algunos matices no se diferencia mucho a la del régimen venezolano, y menos aún en un momento en el que más del 84% de los venezolanos desprecia al socialismo. El bipartidismo del pasado es ahora la lucha entre el gobierno y la “oposición”, y de manera similar al quiebre ocurrido en 1993, en el presente, nos encontramos en un escenario similar, que ante el desgaste del de los actores habituales, (todos socialistas por cierto), unos veganos y comeflor que aspiran llegar al poder para “repartirse la torta” y el otro socialismo carnívoro y caníbal aferrado al poder.

Esta despejándose el camino para un liderazgo renovado y legitimado por los ciudadanos, que tenga el coraje, determinación y claridad suficiente para conducir a los venezolanos y al país por la senda del respeto a la ley y a los contratos, a la vida, al libre emprendimiento, a la propiedad que brinde garantías a los inversionistas para establecerse en el país. Con un gobierno Liberal, constituido por funcionarios eficientes y decentes, y que cierren filas para erradicar la corrupción y la pobreza de una vez y para siempre. En este contexto entra María Corina Machado, quien además del creciente apoyo popular, tiene la visión y preparación suficiente, nos presenta a los venezolanos una alternativa con la propuesta de impulsar un gobierno Liberal, trasparente, donde cada quien pueda perseguir y alcanzar su proyecto de vida, para salir de esta Venezuela de “tierra arrasada, para convertirla en una tierra de gracia.

Pedro Galvis

TW / IG: @pgalvisve

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