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Creer que las capacidades de las demás personas son insignificantes o invisibles a las nuestras, es caer en un grave error difícil de entender y de remediar. Es muy común ver como actitudes de insensibilidad social y narcisistas se han colado dentro de la política venezolana y sus organizaciones, ganando espacios importantes que han permitido coartar en su totalidad el crecimiento de nuevos liderazgos que emergen día a día con el anhelo y esperanza de crecer e implementar nuevas ideas y propuestas que pudieran funcionar, y hasta mejorar a la perfección el trabajo realizado, pero al final, siempre resulta en vano el intento.

Se tiene como mala costumbre utilizar a la dirigencia junto a su talento, disposición, entrega, esfuerzo humano y monetario, para después de llegar al poder, desecharlos y olvidarlos hasta una próxima contienda electoral en la cual siempre son indispensables, esa es la verdad. Pueden pasar los años y aún se siguen repitiendo de manera indiscriminada patrones de esta conducta innecesaria, absurda y nada leal en cuanto a crecimiento de líderes y partidos políticos se refiere. Es por eso que en la actualidad aún seguimos viendo los mismos rostros que veíamos hace muchos años atrás, bien decía nuestro libertador Simón Bolívar; “nada es tan peligroso como dejar permanecer largo tiempo a un mismo ciudadano en el poder, el pueblo se acostumbra a obedecerle y él se acostumbra a mandarlo, de donde se origina la usurpación y la tiranía”.

La desigualdad, el egoísmo y el ego de muchos ha prevalecido, a tal punto de creerse seres superiores difíciles de igualar o superar. Es allí la importancia de entender que nadie es más que nadie, que todos somos necesarios, que todos tienen un gran talento y mucho para dar si se les da la oportunidad. Entender que Caracas no es superior a Barinas, que Anzoátegui no es superior a Apure, que Bolívar no es superior a Trujillo, que Miranda no es superior a Amazonas, que Zulia no es superior a Guárico y así consecutivamente, hasta concluir que al final ningún Estado es solo “Monte y Culebra”, todos nos necesitamos y somos valiosos en la vida política.

Nadie nace aprendido, cada despertar inicia con una enseñanza y un aprendizaje nuevo para todos, si se escuchara más, se ejecutara más; si no se cerraran tantas puertas fueran más las oportunidades y menos las decepciones. Por esta razón y mucho más, en nuestro país llegó el momento de despertar y de construir nuevos liderazgos que nazcan y se elijan desde las bases, liderazgos que acaben con las selecciones a dedos, y mucho más, con las cúpulas dañinas partidistas que por sus conveniencias personales han mantenido sumisos y a sus servicios a una gran parte de la población que sigue esperando aun por un cambio en el sistema y por una real formación de crecimiento.

Llegó la hora de aplicar la meritocracia verdadera dentro de los partidos. La ley debe comenzar por casa y sobre todo, llegó la hora de acabar con el machismo político, abriendo nuevas oportunidades también para nuestras aguerridas mujeres venezolanas dentro de la política y en todos los aspectos. Es el momento de que Venezuela sea gobernada primeramente por el poder de DIOS y segundo, por una mujer valiente y con experiencia, que con amplitud pueda borrar de esta tierra la desidia, el oportunismo, el ventajismo, el socialismo, etc. Para poder así, de una vez por todas construir una República liberal y democrática donde logremos ver la luz al final del camino. Que se ponga fin al narcisismo que nos ha inundado. De tal manera que, en infinitas oportunidades se han suprimido en muchos líderes valiosos las ganas de hacer política y esto tiene que terminar más temprano que tarde.

Abg. David Gómez.

Coordinador estadal de comunicaciones en Barinas

 

Twitter: @andavid.gn

Instagram: @andavid.gn

 

La humildad política – Por David Gómez