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(Caracas. 16/09/2022) La civilización es un bien extremadamente frágil. Sólo es posible en el contexto de la prosperidad. Porque la prosperidad es un incentivo para aceptar la convivencia social como requisito para alcanzar una vida próspera.

Para alcanzar la prosperidad, entendida como superávit de bienes, es requisito la propiedad, entendida como derechos de propiedad.

La primera propiedad es la de la persona. Ser dueño de uno mismo es condición para una sociedad de convivencia humana, es decir, civilizada.

La esclavitud y sus diversas modalidades de servidumbre, no sólo es universalmente inmoral. Es, además, económicamente inviable, en el mediano y largo plazo. Siempre conduce a estancamientos y colapsos sociales, incluidos sangrientos genocidios.

Todos los intentos de sustituir la propiedad han fracasado. La idea de que un abstracto Estado puede sustituir el eficiente rol civilizador de la propiedad, incentivadora y productiva, ha sido rebatida, innumerablemente, por la experiencia histórica.

Una sociedad de propietarios buscará siempre la prosperidad. Porque a los propietarios no les conviene ni la pobreza ni la violencia fratricida. A los propietarios les conviene la civilización.

Las sociedades estatistas colapsan tarde o temprano. Se convierten en Estados y/o sociedades fallidas. Son los casos de sociedades miserables como Cuba, Nicaragua, Haití, Corea del Norte… y Venezuela.

Bernardino Herrera León

Twitter: @herreraleonber

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