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La situación actual del cono sur del continente cada vez se vuelve más roja, y como oí decir mientras caminaba las veredas de un país en ruinas, “el sucialismo está ganando por todos los puntos que lo veamos”.

El “Sucialismo” del siglo XXI ha ido adaptándose a los tiempos que vivimos. No solo en la concepción y divulgación de sus nefastas ideas, sino también en los actores y protagonistas que las imparten. Podemos ver, en el caso del sucialismo venezolano, cómo desde la llegada de Nicolás Maduro al poder, ha ido moldeando una nueva casta criminal política que dicen ser de izquierda radical, pero en sus acciones, promueven cosas completamente distintas; criminales claro.

Incluso en el físico de estos sucialistas hay un cambio radical. Hagan una breve comparación de los acompañantes del difunto en sus primeros años, y luego vean los que hoy ocupan los altos cargos dentro de la estructura criminal chavista. Se van a encontrar otro tipo de personas completamente, desde lo físico, hasta lo académico incluso.

A mi manera de ver, esto se da porque la agenda de la izquierda en Latinoamérica se ha moldeado a los tiempos y a la modernidad que se vive en la región (en unos países más que otros). Entendieron que la juventud está ganando muchísimo terreno y que ellos serán los trampolines en las manifestaciones y elecciones venideras. Como pasó en Colombia con la victoria de Gustavo Petro y su amplia votación juvenil. ¿Por qué? Porque no se quedo en el tiempo y supo a través de muchas plataformas digitales y personales llegarle a estos jóvenes.

Cuando en el proceso electoral colombiano le preguntaban a los jóvenes ¿A quien le iban a dar su voto? La respuesta de ellos era una sola, “el cambio, votaré por el cambio». Está más que claro que ante una juventud estúpidamente adoctrinada, le presentaron esta palabra del “cambio» y tomaron ese cambio, sin saber que hay detrás de eso.

El cambio es cualquier cosa, es pasar del estado de la vida a la muerte, es del día a la noche, de la luz a la oscuridad, y demás. Esa idea de cambio que vende con mucha facilidad y carisma la izquierda, debe ser enfrentada y delatada oportunamente por una nueva derecha que se despegue de la idiotez de esta derecha apaciguada. Una derecha además, que sea popular e invierta en los sectores más pobres, pero con gran potencialidad humana para salir adelante. Esta es la nueva derecha que estamos construyendo.

Es aquella que defienda la economía de mercado, pero también defienda las universidades que es donde se desarrolla el futuro. Que apoye el arte, la cultura, la cinematografía, el teatro y no denigre a esos estudiantes porque ellos son los ciudadanos que necesitamos; al igual que abogados, ingenieros doctores y demás. Eso que mencioné antes, la derecha actual lo ha denigrado y también lo deja a último plano. Al ocurrir eso, la izquierda criminal se mete en las universidades, mete a sus intelectuales y comienza el adoctrinamiento que da por resultado lo que hoy tenemos en Latinoamérica; una juventud idiotizada por las ideas de la izquierda, sin capacidad para discutir, debatir, crear y defender posturas propias. Ahí está el resultado de la derecha apaciguadora.

La nueva derecha tiene que ser aquella que esté con el pueblo y para el pueblo, que se meta en los barrios más  desafortunados de las ciudades. Ahí es donde hay grandes posibilidades de dar una batalla generacional importante. Esto ya se ha hecho y ha tenido grandes resultados. Por ejemplo, en Argentina, el congresista Javier Milei sacó la mayor cantidad de votos en los barrios más pobres y peligrosos de Buenos Aires. Barrios en los que en ocasiones no pueden comer todo el día, y ahí ganó el capitalismo.

¿Cuál fue la estrategia de Milei en esos barrios?

No entregó bolsas de comida como los políticos tradicionales, no hizo demagogia, no  regalo camisas o balones de fútbol a los niños. Dio clases abiertas de economía y eso generó un impacto enorme no solo en Argentina sino en toda la región.

Esa es la derecha que tenemos que construir. La que apueste a la formación económica, cultural, social, política, y más allá de defender solo el libre mercado, se enfrente directamente a esta batalla cultural que la izquierda va ganando en la región.

Ya está pasado de moda decir que los pobres quieren que les entreguen solo la comida para vivir y ya. Los pobres quieren ser dignificados y la dignificación de la sociedad se logra a través del trabajo. El trabajo honesto dignifica. El pobre quiere que le entregues la caña de pescar en lugar de solo el pescado. Es decir, la nueva derecha debe ser aquella que quiera dignificar al pueblo a través de la educación, la cultura y el trabajo.

En pocas palabras de lo antes mencionado, estamos ante la batalla cultural más feroz desde que se habla de este termino. Solo basta ver el mapa y darnos cuenta de que la derecha ha fallado enormemente y su blandura ha permitido todo esto.

Recientemente, el intelectual argentino Agustín Laje Arrigoni, escribía que la derecha estaba siendo abolida por sus exponentes blandos; solo defendían la propiedad privada y el resto de las cosas concernientes a la vida se la entregaban a la izquierda. Por ejemplo si quieren aborto les entregan el aborto, si quieren feminismo absurdo se lo entregan, aceptan el lenguaje inclusivo. Es decir, no luchan por los ideales y convicciones sino que creen, erróneamente, que con “libertad económica” todo está bien.

Se tenía la concepción de que el hombre vivía de cuentas económicas solamente, que para ser exitoso había que ser un tecnócrata y el resultado de esos pensamientos idiotas de la derecha latinoamericana es lo que hoy tenemos, un continente pintado de rojo, con éxodos masivos, hambre, desestabilización social, pobreza, inseguridad agobiante, impuestos asfixiantes y todo lo que hoy tenemos en nuestros países.

La izquierda, los jóvenes y el crimen

Ahora bien, quiero llegar a un punto muy importante en este tema de la batalla cultural. Recientemente salió una noticia que explicaba la expansión de la organización criminal “Tren de Aragua» en todo el continente.

El comienzo de la expansión de este grupo criminal se da casi al momento que de la gran migración forzosa de los venezolanos en 2016 – 2017, cuando estos eruditos de la violencia aprovecharon el momento para instalar este conglomerado criminal. Obviamente no actúan solos, la complicidad y la impunidad por parte de un sistema judicial obsoleto permitió, apoyó y patrocinó esta acción. Es muy conocidos los vínculos de altos funcionarios con los distintos pranes de las “cárceles” del país.

A todos los países donde han llegado estos criminales (Colombia, Chile, Perú, Ecuador), han contando con apoyo de grupos criminales y vándalos de esos países. Cuando hace unos años se inició una ola de violencia en la región, los principales vándalos eran estos personajes del tren de Aragua. En estos países han creado grandes movimientos desestabilizadores de la democracia y en unión con grupos, partidos políticos y asociaciones de esos países, han logrado hacerlo.

¿Y estos individuos que edad tienen?

El 95% de los integrantes de esta banda no llegan a los 24 años de edad. Esto nos confirma que hemos perdido la batalla cultural en toda la región. Cuando oímos a unos jóvenes decir que no quieren ir a las universidades porque les aburre, cuando prefieren fumar que leer, cuando escuchan canciones con letras asquerosas que los llaman a usar drogas y demás, cuando existe violencia intrafamiliar, cuando en los colegios adoctrinan a los niños. Es decir, va mucho más allá que la victoria de un comunista. Niños menores a 15 años con un fusil y usando estupefacientes, violadores, asesinos y demás. Esa es la herencia y agenda de la izquierda latinoamericana.

Sí, hemos perdido la batalla cultural, pero no hemos perdido la guerra.

Debemos hacerle frente a la izquierda criminal con verdaderos argumentos. Guerreando como se debe en las academias, porque en la derecha hay gente muy capaz de liberar al continente de esta peste roja.

 

@georges_vv

Coord. Organización

Vente Joven Aragua

 

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