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Hay una información que causó cierto impacto, aunque no el suficiente, que demuestra el descaro que tienen quienes controlan el país, que ven a Venezuela como de su propiedad y se creen con derecho a hacer lo que se les antoje. Para ellos no hay leyes que los frenen ni constitución que los controle.

Resulta que el pasado 11 de junio, en una visita realizada a Irán, el Sr. Nicolás Maduro firmó una serie de convenios con la República Islámica de Irán. Convenio con 20 años de duración en diversas áreas como petróleo, energía, minería, agricultura, tecnología en drones, producción de alimentos, cultura, turismo y aviación, entre otros.

Inicialmente, la información sobre la firma de estos convenios no generó mayor interés. Esto,  ya que a lo largo de toda la etapa chavista, se han suscrito aproximadamente 250 convenios de cooperación con Irán, de los cuales muy pocos se han logrado implementar. Todo se mantuvo en calma, hasta que un alto vocero iraní dio a conocer la información sobre la entrega a Irán de un millón de hectáreas de tierras agrícolas venezolanas.

¿Quién fue ese vocero?

Nada más y nada menos que el Viceministro del Interior para Asuntos Económicos de Irán, en declaraciones dadas al medio pro-iraní Tasnim.

La entrega de estas tierras viola varios artículos de la Constitución. Entre ellos, el artículo 13 que establece lo siguiente:

“el territorio nacional no podrá ser jamás cedido, traspasado, arrendado, ni en forma alguna enajenado, ni temporal o parcialmente, a Estados extranjeros u otros sujetos de derecho internacional”.

Aparte que la decisión de otorgar estas tierras tampoco fue consultada con la Asamblea Nacional.

En un principio el régimen se mantuvo callado, hasta que su Ministro de Agricultura, a través de medios oficiales, negó este tipo de negociación. Manifestó que, “hay la creencia de la gente de que nosotros le vamos a regalar la tierra a los demás. No”.

Sin embargo, el pasado miércoles 17 de agosto, tres semanas después que Irán revelara el acuerdo, el mismo Nicolás Maduro, en una alocución, confirmó que piensan entregar tierras venezolanas a productores extranjeros. Mencionando países como Brasil, Argentina, Uruguay, Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudita, Qatar y Turquía, sin nombrar a Irán. Habló de posibles alianzas para la adjudicación de 100 mil, 200 mil, 300 mil hectáreas. Donde parte de la producción sea exportada a esos países, generando “platica” a Venezuela, como lo dijo, y otra parte de la producción ingrese al mercado nacional.

El pasado sábado 20 de agosto, la Embajada de la República Islámica de Irán en Venezuela, a través de su cuenta de Twitter, desmintió que vayan a recibir 1 millón de hectáreas por parte del gobierno venezolano. Haciendo un llamado a no caer en falsas propagandas al respecto. Desmintiendo a su propio Viceministro de Economía.

A pesar del desmentido, sabemos que el acuerdo existe. Tal vez ambos gobiernos decidieron “congelarlo” esperando que bajen las aguas, porque esta entrega de tierras es inconstitucional. Aunque, lo más probable es que lo implementen sin hacer mucha publicidad al respecto.

«la solución debe ser que las manos venezolanas pongan a producir las tierras venezolanas»

Venezuela atraviesa una crisis, generada desde el gobierno nacional, que nos ha convertido en uno de los países más dependientes de las importaciones de alimentos. Esta crisis se ha visto reflejada en la inseguridad alimentaria y en la desnutrición de buena parte de la población. Según el más reciente informe sobre el estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo, publicado por la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y otras cuatro agencias, Venezuela es el segundo país de la región con mayor prevalencia de hambre detrás de Haití.

La culpa de esta crisis la tienen los proyectos fallidos que se han venido implementado desde 20 año. La persecución a la que han sido sometidos nuestros agricultores y ganaderos. La creación de una ley de tierras inconstitucional y anacrónica. La inseguridad jurídica, las invasiones a fincas productivas, los controles de precios que quebraron al sector agrícola y agroindustrial venezolano. La competencia desleal a la que fueron sometidos agricultores y agroindustriales venezolanos con grandes importaciones de alimentos realizadas con dólares preferenciales. La destrucción del sistema bancario nacional que perdió la capacidad de financiar la producción agropecuaria venezolana. La fuerte escasez de fertilizantes, combustibles, maquinarias, insumos, mano de obra, entre otras cosas, que generó la caída de la producción. Así como los graves problemas del sistema eléctrico nacional.

Entonces, ahora, después de esta destrucción, se pretende buscar países como Irán que vengan como una especie de salvadores, para que pongan a producir las tierras que la revolución arrasó.

La solución es otra; es la utilización de la vocación agrícola venezolana. Con reglas claras, con seguridad jurídica, con el respeto a la propiedad privada, con el otorgamiento de los recursos necesarios, con la recuperación de la vialidad y de los servicios públicos. La solución debe ser que las manos venezolanas pongan a producir las tierras venezolanas.

Lo que sí está demostrado es que esta revolución es un fiasco. Y que Venezuela necesita, de manera urgente, un cambio de modelo y, por supuesto, un cambio de gobierno. (G.M.C. 23-08-22)

 

@genmencontreras

Expresidente de Fedenaga

Vente Táchira

 

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