Skip to main content
immediate bitwave Library z-library project books on singlelogin official

Yo vivo en un apartamento en un piso alto, la ventana de la cocina tiene un techo que proporciona buena sombra, sobre todo en las horas calientes de día, vivo solo y, por consiguiente, el apartamento pasa muchas horas en la completa calma de la soledad.

Me ha tocado ser testigo del comportamiento de las palomas, he aprendido cómo se comportan, cuáles son sus fortalezas y sua debilidades. Una de sus debilidades es que no son animales de hábitos nocturnos, creo que tienen muy mala vista y necesitan estar en sitios seguros antes del ocaso. En la ventana de un apartamento, con sombra y a buen resguardo de la lluvia, con seguridad ante la amenaza de cualquier depredador, es un buen sitio para pernoctar. Yo las considero plaga, pero no tengo corazón para ahuyentarlas.

He aprendido que el macho es un sujeto responsable y provee de alimento a la paloma hembra que estoicamente, bajo ninguna circunstancia, abandona el nido mientras empolla. He aprendido que mientras los pichones no aprendan a volar no se rompe ese esquema familiar de responsabilidades compartidas. He aprendido que, si un pichón muere en el nido, la madre lo sigue empollando hasta que su cuerpo se seque y que los gusanos sirvan de alimento. Las he visto irse y volver empecinadamente todos los días porque creen que esta en su casa y no la mía.

En otras ocasiones, un dia se fueron y no volvieron, y siempre coincidió con episodios de hambre en las calles. Ahora dicen que mi pais está bien, pero mis últimos huéspedes se fueron una mañana y no volvieron más. Cada vez que abro la puerta lo primero que hago es verificar si «mi plaga» está bien y resulta que ya no están. Se supone que las palomas están hasta para cagar las estatuas de los próceres, pero si su mierda no está es porque son la mierda de alguien más.

Volvió el hambre y quizás volvió en una Four Runner de 85.000 dólares, en una promoción de Old Parr de a dos por 50 dólares, en el esnobismo tan venezolano que nos encanta ser, el recontra ultra plus del positivismo o en el principio que dice «todos podemos salvarnos juntos hasta que entendemos que podemos salvarnos solos».

Pero las palomas no están y alguien se las está comiendo.

Venezuela, cada vez es menos un país – Por Raef Zibaqui