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Parte I 

Ahora bien, sea un monarca o un grupo “gubernamental”, quien se apodera de las propiedades legítimas de otro vive en constante contradicción con su naturaleza humana. El individuo, en términos legítimos y acorde con la civilización, sólo puede vivir y prosperar en virtud de su propia producción y del intercambio de lo producido. Es indistinto si se trata de un individuo común, un monarca o un presidente, el que agrede y atenta contra los derechos legítimos, las libertades y las propiedades de los individuos no es un productor, es un depredador, que vive parásitamente de los productos y trabajo de otros.

El parásito necesita seres “no parásitos”, seres productivos de los que alimentarse, porque el parásito no sólo no añade valor a la suma social de bienes y servicios, sino que depende totalmente del cuerpo en el que se hospeda. Todo aumento del parasitismo estatal reduce necesariamente la cantidad de productores, y en fin, cuando se extinguen los productores, el parasito se ve ante una situación muy compleja, donde debe encontrar en términos reales, a otro huésped del cual alimentarse o sucumbir, una lección que tuvo que sortear Fidel Castro ante el colapso de la URSS.

Si es a esto lo que han llamado «Guerra Económica», ciertamente es una guerra, pero emprendida por el régimen contra los individuos y no al revés. Que el mismo régimen se haya visto afectado por su propia guerra no los hace víctimas sino victimarios. Es célebre la frase pronunciada en 1976 por Margaret Thatcher “El socialismo fracasa cuando se les acaba el dinero… de los demás”.

El parasitismo no puede configurar, por razones intrínsecas a su razón de ser, una ética universal como fundamento de una sociedad sana, libre y próspera. El sociólogo alemán  Franz Oppenheimer, dice que existen dos maneras principales para hacerse con riqueza:
– La primera es el método de la producción, generalmente seguida de intercambios voluntarios de los bienes producidos, lo que Oppenheimer denomina “Medio económico”. – La otra es la vía de la expropiación mediante la violencia de la propiedad legítima de otra persona. A este sistema predatorio de adquisición de riquezas lo denomina Oppenheimmer como “Medio político”.

Si nos basamos en las definiciones de  Franz Oppenheimer, podemos definir al delincuente en este caso, como cualquier individuo que ataca a otro (u otros), sus vidas, sus libertades o las propiedades legítimas por ellos producidas, ejerciendo la violencia de manera particular o bajo coacción y amenaza estatal, valiéndose de leyes injustas para tal fin, es decir, delincuente es también todo aquel que recurre a medios políticos para adquirir bienes y servicios.

 

José Daniel Montenegro Vidal

Ingeniero Mecánico.

Coordinador estadal de Formación de Cuadros de Vente Barinas.

@dmontenegrov1