La juventud es la etapa de la vida que comprende después de la infancia y antes de la edad adulta. Se tiene la energía suficiente para hacer de todo, estudiar, trabajar, rumbear e incluso tener hijos; se asientan las bases de nuestra madurez y vejez. De allí la importancia de este tema.
Los nacidos entre 1990 y 2010, son la muestra de una lucha de dos siglos, los últimos 10 años del siglo XX y los primeros 10 años de siglo XXI, todos con un denominador común, el Socialismo del siglo XXI, según Chávez.
Los que ya habían nacido antes de que Chávez llegara al poder (1990/2000) son de alguna manera un mestizaje, ésta juventud se ve comprometida por que han conocido y vivido muy de cerca la destrucción de nuestro país, donde cada día se fueron esfumando las oportunidades. Sin saberlo se fueron preparando, educando de una manera en discordia con la escasez y con los malos ejemplos; sin embargo, su espíritu los empuja a no conformarse, a buscar entre las anécdotas de sus padres y abuelos de aquella Venezuela que produjo petroleros, que hicieron de PDVSA una potencia, donde la belleza de la mujer era admirada por el mundo entero; quién no recuerda cuando los llevaban a una reconocida franquicia para hacer la colección completa de alguna película del momento. Son estos jóvenes los que encabezan la diáspora que salió en estampida buscando un mejor futuro, una oportunidad.
Los que nacieron luego del 2000, no tienen ya ni siquiera esos recuerdos, porque cuando lograron tenerlos, su día a día estaba rodeado de colas, escasez, y en algunos casos, conversando con alguien que dice ser su tío en videos llamadas; que le dice que lo ama, pero que éste no conoce ese amor que la pantalla le transmite. Estos niños ya están siendo mayores de edad, su único aliento son sus padres, que de una forma u otra transmiten sus valores, los cuales deben defender al salir de su hogar, ya que en la escuela y colegios enfrentan a una Venezuela desgastada de principios y valores en esta lucha por sobrevivir, con un futuro incierto, su educación mediocre por falta de maestros, mala alimentación y el desmembramiento de su familia y entorno.
Los que se quedan como los que se van, enfrentan sentimientos encontrados, circunstancias propias y un futuro incierto que solo el tiempo les dirá, si sus decisiones fueron las correctas para lograr lo que aspiraban. Lo que tienen aquí, les hace falta allá; pero lo que tienen allá, aquí difícilmente lo obtendrán, ¿cuántos regresarán?
Ya estamos cansados de ver partir a nuestros jóvenes, a nuestros amigos, a nuestra familia. Venezuela produce profesionales que otros países disfrutarán, en el mejor de los casos, en otros simplemente no los valoran y vemos ingenieros, maestros de chóferes, de mesoneros, entre otros; en el caso de los primeros, pero en los segundos la cosa es algo mucho más difícil, porque su educación está entre dicha y formarse fuera de su país es un incierto.
¿Qué haremos? Salvar a los que van naciendo en estos últimos 10 años, ya son 30 años destruyendo lo que somos y lo que nos identifica; se borraría completamente la Venezuela pujante que nos formó y a la que le debemos la educación de los años 80, sí, esa generación que su música se recuerda con tanto anhelo y se niega a morir. Así mismo nosotros nos negamos a dejar morir a nuestra Venezuela pujante. No volveremos al pasado, tampoco nos conformaremos con el presente, pero, la nueva Venezuela evolucionará, porque somos el mejor ejemplo, de lo que fuimos, de lo que no queremos volver a ser y de lo que debemos hacer.
Nada de populismo, mucho menos de socialismo, ni comunismo. Lo que queremos es liberalismo. Por que amamos la libertad, ya que nacimos en democracia, pero sabemos que las fallas del pasado nos llevaron a esta desgracia, porque el populismo cruzó las fronteras democráticas, ahora evolucionaremos políticamente hacia lo liberal.
Es nuestra responsabilidad, ¿quién iba a imaginar que de aquellos años 80 no sólo la música se iba a recordar?
Liyone Perdomo
(@LiyonePerdomo)