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El chavismo ha implantado un modelo socialista en el cual el Estado es propietario de empresas de servicio (Electricidad, agua, transporte, comunicaciones, etc.) que siendo de vital importancia para el desarrollo y la calidad de vida de la sociedad venezolana, no cumplen con esa función. La principal razón es por estar bajo el absoluto control de la ideología política que ejerce el poder. Ese modelo socialista las mantiene inmersas en un creciente deterioro, totalmente quebradas y sin posibilidad de acceder a financiamiento. Para revertir esta situación y hacer que cumplan con la función requerida, es necesario migrar hacia un modelo de apertura a la participación de la inversión privada en todas ellas.

Actualmente, desde el punto de vista de la propiedad, esas empresas son consideradas como empresas públicas solo por ser propiedad del estado. Sin embargo, en la realidad, funcionan como empresas de propiedad de la clase política que detenta el poder. Esta clase política decide quienes las dirigen y las utiliza para colocar allegados y partidarios que, en general, no tienen ni las calificaciones ni las capacidades para realizar, con idoneidad, las funciones para la cual son designados.

De esas empresas ser realmente de propiedad privada, la mayoría de esas personas no calificaría para los puestos en los cuales son colocados por conveniencia política. Por esa razón es que la clase política socialista es contraria a la meritocracia en cualquier empresa de propiedad estatal.

Los políticos socialistas, en esencia, son populistas y partidarios del estatismo, adversan la privatización de empresas públicas porque así pierden poder para pagar los ofrecimientos y las cuotas de cargos que hacen a sus partidarios. Al pasar dichas empresas a ser propiedad privada, el populista pierde el poder de asignar cargos, contratos y adjudicaciones que solo obedecen a sus intereses políticos particulares y no a los de la empresa.

Las prácticas populistas, llevan a que las empresas públicas estén signadas por una alta carga burocrática que, en gran medida, es innecesaria e ineficiente y que es propicia para implantar prácticas corruptas. La burocracia innecesaria e ineficiente comienza por crear redes de complicidades que posteriormente se transforman en redes de corrupción, que predan el tesoro nacional amparados en la impunidad y la opacidad que les brinda el Estado dueño.

Para acabar con estas prácticas y lograr que esas empresas esenciales cumplan cabalmente con sus funciones, es que Vente Venezuela promueve su apertura al capital privado y su privatización total cuando ello sea lo más conveniente para el país. Deseamos que en Venezuela exista el mayor número de empresas privadas, que estas sean productivas y generen riquezas ya que ello representa más fuentes de trabajo, más desarrollo, mejores ingresos para sus trabajadores y más ingresos para la nación por la vía de los impuestos que dichas empresas pagan. Mientras más riquezas produzcan las empresas privadas, más ricos seremos todos los venezolanos.

Siendo Venezuela un país desfalcado por el modelo de corrupción chavista, el Estado ya no cuenta con los recursos requeridos para recuperar sus empresas de servicios y bajo modelos estatistas nadie va a dar dinero a empresas que solo piden, pero no demuestran como van a pagar y que en la práctica solo acumulan deudas. La vía apropiada para evitar que el Estado siga despilfarrando recursos, que solo hacen que los venezolanos sean cada día más pobres es vía privatizaciones.

Las realidades antes indicadas imponen razones por las que #PrivadoEsMejor:

1. Hoy toda la sociedad venezolana sufre una crisis de sus servicios por un modelo estatista que no funciona y que está caracterizado por opacidad, cero rendiciones de cuentas, carencia de meritocracia y deudas crecientes. Eso es el socialismo.

2. Ese modelo estatista se ha repetido en distintos países y los hechos demuestran que más son los daños que causa a la sociedad, que los beneficios que les produce. Es la clase política que administra las empresas estatales quien las utiliza para obtener créditos políticos y económicos.

3. Ya en Venezuela hemos tenido una combinación de público y privado. En esa combinación, el desarrollo privado no representó una carga para el consumidor, sino que por el contrario mejoró su calidad de vida.

4. Lo privado cobra tarifas que reconocen la mejora del servicio mientras que lo público conlleva el pago de burocracia, ineficiencia y corrupción. Si bien las empresas públicas pudieran cobrar menos, al final resulta más caro por la pésima calidad del servicio que prestan.

5. Un Estado como el venezolano, una vez salgamos de esta tragedia, no tendrá capacidad de cumplir y asumir todo. Mientras el Estado es más grande, más difícil es su administración.

6. Lo privado garantiza eficiencia en las inversiones, reducción de costos para el Estado, un proceso auditable, más innovación (actualización permanente), más ganancias e independencia respecto a presiones políticas.

7. Es falso que un nuevo gobierno llegaría a privatizar todo. Existen deudas, pasivos laborales, contratos y acuerdos que jurídicamente deben ser considerados y que no son transferibles a un inversionista privado.

8. La gente lo que necesita es que las cosas funcionen. Cuesta más no privatizar y depender de la imposición de un Estado gigante e ineficiente.

9. Si un privado no cumple, el Estado siempre tiene los mecanismos legales y regulatorios para buscar nuevas opciones que subsanan el incumplimiento.

10. El Estado venezolano ya no está en capacidad de subsidiar a todo el mundo, como sucede hoy. Todo subsidio otorgado por el Estado debe ser selectivo (Solo a quien lo necesite) y el estado procurar darle más fuerza a la responsabilidad social de la empresa privada.

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