La condición de jubilado y/o pensionado es el posteadero, aparcadero o muelle al que indubitablemente arrimaremos nuestra embarcación si no nos morimos antes. Eso lo sabemos todos, así como también sabemos que la dinámica económica de este régimen apunta a hacernos desaparecer físicamente durante el periodo prejubilatorio o durante la jubilación. Es una política de exterminio de la que también todos estamos conscientes. Que por generación espontánea no desaparecerá igualmente lo sabemos. Que nuestros descendientes serán tapiados por el hambre en peores condiciones a las que soportamos, asimismo es una verdad de perogrullo; porque de no producirse un reemplazo de quienes están en el ejercicio del poder por personas sensatas, justas, con visión positiva de su futuro; esto empeorará lentamente pero sin pausa.
Si conociendo fehaciéntemente que eso es así: ¿Qué justifica la inmovilidad nuestra frente a esa catástrofe?
No creo que los venezolanos seamos abúlicos, cobardes, resignados por naturaleza; nuestra historia lo demuestra, la remota y la reciente. Duramos seis años exterminándonos durante la Guerra Federal, y recientemente domesticamos al Darién y a cuanta amenaza se atravesaba en el camino que llevara nuestros pasos a donde creíamos hallar las posibilidades de triunfo que en nuestro país se nos niega.
No; nuestra apatía es inducida y multifactorial, y sacudirnos de ella comienza por conocer sus causas para combatirla. Mientras sigamos imcrepándonos entre si nuestra falta de entusiasmo para la lucha, estampando en los demás el rótulo de indiferente, flojo, avilantado y otros tantos adjetivos descalificadores, estamos facilitándole al régimen su pretensión de supremacía y holomodor venezolano.
Busquemos la causas de nuestro desaliento, escepticismo y postramiento, para dinamitarlas y recuperar al venezolano dinámico, optimista, luchador, justo, emprendedor, con visión de progreso, fraterno Etc. que existe en nosotros.