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La corrupción es un crimen de lesa patria, que se ha expandido vertiginosamente en Venezuela, en todos sus niveles, nacional, regionales y municipales.

Estos crímenes contribuyeron a empobrecer a la gente, para llevarlas a niveles nunca antes vistos: más del 90% de los venezolanos sufrimos algún nivel de pobreza multidimensional y más del 70% de la población en pobreza extrema, generando la emergencia humanitaria compleja que atravesamos, y el mayor éxodo de migrantes del mundo. Pero además, esparciendo los vientos de la frustración y desesperanza que mantiene inmovilizada a buena parte del país, por fomentar la desconfianza ciudadana contra los políticos y la política.

La desconfianza y la desesperanza se constituyen en un enorme obstáculo para lograr reconquistar la libertad, la democracia y prosperidad para los venezolanos.
¿Pero cómo llegamos a esto? Perder o ganar la confianza obedece a prácticas y hechos concretos, así como la libertad nunca es dada, y por el contrario debe ser ganada. De manera similar funciona la confianza, hay que trabajar mucho para que sea concedida.
A raíz de los arrebatos del liderazgo político para defenestrar a Carlos Andrés Pérez desde el inicio de su segundo mandato, se produjo en 1993 un punto de quiebre en la política venezolana. El bipartidismo dominante, representado por Acción Democrática y Copei, perdieron mas del 60% de su caudal electoral, pensaban que los votos eran yacentes, pero eso no es así. Su pragmatismo y escándalos de corrupción, estimularon la frustración y desconfianza ciudadana. A partir de estos hechos, los venezolanos estamos entrampados buscando un cambio, que casi 30 años después no termina de materializarse.
Para recuperar al país y sus instituciones es imprescindible recuperar la confianza en la política, pero esto no sucederá por generación espontánea, el liderazgo político debe ser coherente con sus ideas y prácticas, no puede mantener pragmáticamente posiciones que no se alineen ni contribuyan a resolver la grave crisis política venezolana, que se entronizó en el país hace más de 23 años, como consecuencia de la desconfianza y frustración ciudadana contra los partidos políticos y sus liderazgos.
Hoy sabemos qué desentenderse de la política, trae como consecuencia el terminar siendo gobernados por las peores personas. Así que a los venezolanos nos toca levantarnos y sacudirnos el cansancio por desesperanza, nos corresponde dar un salto de fe, para darle una nueva oportunidad a la política. Pero además en este punto, debemos ejercer nuestra ciudadanía, involucrarnos y comprometernos más, sencillamente porque nuestra situación es tan complicada que no podemos dejarle la responsabilidad exclusivamente a ciertos políticos. “Si quieres que algo se haga bien, hazlo tú”.
Entonces una vez entendida la complejidad de los tiempos y la amenaza que enfrentamos, en medio de una guerra híbrida, no declarada formalmente, pero que cada día cobra víctimas y se ha esparcido por todo el país. Nos hace concluir que aquí no se trata de poner a competir, con pitos y pancartas a uno u otro candidato, debemos jugarnos nuestra mejor carta para derrotar al régimen socialista que usurpa el poder y subyuga a los ciudadanos. Sin embargo para lograr el añorado cambio político para el país, es imprescindible poder contar con un liderazgo confiable, coherente, con sólidos valores éticos y morales irreductibles, enfocado y comprometido en la conquista de la libertad, y ese liderazgo lo encarna María Corina Machado.
¡Vente es ahora! Nuestro foco es la libertad.
 @pgalvisve