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La mayoría de los venezolanos que huyen de su tierra son venezolanos de bien, padres y madres de familia que huyen de la crisis humanitaria compleja para procurar una mejor vida, seguridad y todo aquello que en Venezuela es imposible tener. Es lamentable que quien se plantee darle un giro a su vida, sus arraigos y costumbres, ahora encuentre la prohibición y frustración en la esperanza de mejorar su calidad de vida y procurar mejores beneficios con el impedimento de no poder entrar a los EEUU como muchos lo han hecho y además, ordenando su deportación a Venezuela.

Todo el mundo está enterado de lo que ocurre en el país. En este sentido Amnistía Internacional rechazó las nuevas políticas de migración de la administración Biden.

Demasiado dolor de patria nos da ver a los hermanos venezolanos sufrir tanto, tratando de huir de la verdadera causa: el régimen criminal de Nicolás Maduro y sus secuaces. Las deportaciones constituyen una noticia que entristece, ya que la travesía de esos hermanos venezolanos no solo es muy larga sino también de muy alto riesgo, especialmente de aquellos que escogen ir por la selva del Darién, que es un camino lleno de grandes peligros donde muchos han fallecido. Una travesía donde las familias de migrantes están expuestos a la violencia, como los abusos sexuales, la extorsión, la trata por parte de las bandas criminales, pero también el calor, la humedad y las grandes corrientes de los ríos.

Esto evidencia la situación de los ciudadanos que prefieren asumír esos grandes riesgos ante que vivir en la barbarie que se vive en Venezuela. Allí podemos sopesar que ante lo inhumano de vivir en un país sin oportunidades, se escoge cruzar un camino que aunque trágico y dificultoso dibuja una esperanza y gama de oportunidades: el Darién.

Venezuela no es ni será calidad de vida, ni esperanza mientras la causa, los criminales que están al frente de ella continúen allí. Por eso, ante ese terror y barbarie de un régimen sin oportunidades y que además reprime, persigue y oprime al venezolano, escogen otro horror que a su juicio, es su salvación o su opción de esperanza.

Venezuela es un país que jamás tuvo por tradición emigrar, sino al contrario, recibir comprensivamente a las grandes oleadas de inmigrantes, abriéndoles los brazos de manera solidaria y permitiendo que muchísimos migrantes forjaran futuro. Entendemos a los Estados Unidos, sabemos que están en su derecho de restringir el ingreso de los venezolanos que huyen de la barbarie ocasionada por el régimen criminal, de resguardar su patria.

Los EEUU son y han sido un aliado natural en la lucha por la libertad, país que había suspendido las deportaciones, ahora las renueva. Sin embargo, hay que decir y es necesario decirlo; EEUU luce políticamente insuficiente en el esfuerzo común por salvar a la civilización occidental de los oscuros intereses que intentan liquidarla y consideramos que no es deportando a los venezolanos que lo lograrán. La inmensa diáspora venezolana ha sido forzada al exilio por la crisis humanitaria compleja en que se encuentra sumergido nuestro país.

Un Estado Criminal fallido, forajido, encabezado por Nicolás Maduro, quien está imputado por crímenes de lesa humanidad ante la CPI, al igual que su entorno principal no garantiza la vida de nadie. Esto es el comunismo del siglo XXI, la verdadera causa, el cual cuenta con el respaldo del terrorismo internacional y de los regímenes de vocación antioccidental, donde la libertad y la democracia nada representan para ellos.

Los más de 7 millones de venezolanos que han huido y continúan huyendo es el mejor testimonio de los resultados de ese socialismo tan aberrante.

No somos los venezolanos del forzado exilio la amenaza para el norte y el sur de América, sino el régimen de Nicolás Maduro para la seguridad de Estados Unidos, del continente y del mundo. Los EEUU están aletargados, distraídos y confiados frente a la tirania criminal venezolana, ellos deben de activar ya todos los mecanismos necesarios para expulsar a un régimen que, desde Venezuela se expande criminalmente por todo el continente. Es el momento de materializar el principio universal de la Responsabilidad de Proteger a los pueblos (R2P). Las deportaciones de venezolanos inocentes no son más que un injusto paliativo, un testimonio de evasión. Deportar a los venezolanos hacia terceros países luego de que los EEUU han permitido por meses su entrada por la frontera, incentivando la movilización hacia el territorio estadounidense, significará devolverlos más temprano que tarde hacia el infierno, agravando su condición, estigmatizados, marcados, lo que le permite al régimen cometer sobre ellos cualquier acto criminal.

Los venezolanos estamos luchando dentro y fuera de la patria para conseguir la libertad, la democracia y lo vamos a lograr. Regresaremos, es lo que deseamos la gran mayoría para reconstruirla todos juntos. Pedimos muy respetuosamente la comprensión en este momento de los EEUU y en ese sentido, solicitamos rectifique para que deje entrar a estos hermanos venezolanos, salvando así a millones de familias.

El mal, la causa, la verdadera causa es Maduro. Saquemos a la tiranía, solo así cesará el peligro, la inseguridad del continente y se terminará la masiva migración de los venezolanos hacia EEUU. No es aliviando las sanciones, todo lo contrario, es acentuandolas aún más como estrategias de fuerza para que cese la tiranía. No es intercambiando rehenes inocentes por criminales ya sentenciados. No, así no es.

«Muera la tirania, viva la libertad».

La «justicia» del terror – Por Juan Pablo García