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En tiempos recientes se ha difundido una matriz de opinión sobre la actual situación política, económica y social de Venezuela. Una especie de normalidad promovida por medios de comunicación, influences e incluso por figuras políticas como el presidente Alberto Fernández, cuando en mayo del 2021 aseguró que “el problema de los derechos humanos en Venezuela fue desapareciendo”.

¿Es posible que un país con una de las mayores crisis humanitarias del hemisferio haya podido arreglarse de un momento a otro? ¿Podría ser que los años de erróneas políticas públicas dieron un resultado inesperado? ¿O podría haber sido un milagro económico? 

Los datos, la evidencia y sobre todo los testimonios parecen decir lo contrario.

Según la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida (Encovi, 2021) la pobreza extrema se situó en 76,6%, mientras que el 94,5% de la población venezolana es pobre. ¿A qué se refiere con pobreza? Partamos del hecho de que en Venezuela no existen indicadores oficiales económicos ni sociales, así que los datos obtenidos se realizan a partir de estudios de diversas organizaciones, ONGs y gremios del país. El Centro de Documentación y Análisis Social de la Federación Venezolana de Maestros (Cendas-FVM) determinó que: “se necesitan 19,94 salarios mínimos mensuales -23,04 dólares al mes- para que una familia de cinco personas pueda adquirir la canasta básica alimentaria, que tuvo un costo durante junio (2022) de 459,84 dólares

Según el Observatorio Venezolanode Servicios Públicos para marzo del 2022, 11,8 millones de venezolanos viven bajo racionamiento de agua, con interrupción del servicio de días y hasta semanas. Dependiendo del estado, el servicio eléctrico se ha visto interrumpido en un promedio de 20 a 160 horas al mes. El transporte público apenas cubre la demanda del 16% en todo el país. Y en cuanto al servicio de internet, el 81% de los venezolanos manifestó tener caídas del sistema entre 2 a 8 veces al día. 

 

Ahora, otro aspecto importante referido a la vulneración de derechos ha sido el derecho al voto, según la última data del Consejo Nacional Electoral (CNE) solo el 101.600 de venezolanos/as en el exterior aparecen en el registro electoral, a pesar de que 3,5 millones de ciudadanos que están en capacidad de ejercer el voto viven en el exterior. Hasta los momentos no está habilitada la opción del cambio de residencia para ejercer el voto, no de forma ingenua pues el “estado” con mayor fuerza electoral son los venezolanos en el exterior pues no hay mecanismos de coacción o planes sociales que manipulen la libre voluntad ciudadana. 

A partir de este bosquejo podrían seguir surgiendo dudas si realmente hay o no una mejoría de la calidad de vida y el Estado de Derecho en Venezuela pero ahora nos encontramos ante una realidad imposible de ocultar. 

Recientemente ACNUR actualizó sus reportes sobre desplazamiento forzado en el mundo y la migración venezolana encabeza la lista con 6.805.209 migrantes forzados, esto sin contar a quienes se encuentran en los países receptores en estatus migratorio irregular. 

Los testimonios de los venezolanos que han llegado a diversos países del mundo son desgarradores. La selva de Darién, uno de los lugares más inhóspitos del mundo, ha sido testigo de la afluencia de personas que cruzan para llegar a la frontera de México y así llegar a los Estados Unidos, muchos de ellos perdiendo la vida en el camino. Redes de trata de personas, donde las principales víctimas son mujeres y niñas para ser explotadas sexualmente. En junio de este año salió un reportaje realizado por la periodista argentina Carolina Amoroso donde se ha expuesto la titánica travesía. Esto sin entrar en mayores detalles de lo que padecen los venezolanos que huyen incluso a pie o en balsa por las fronteras terrestres y marítimas del país. 

La tiranía venezolana, encabezada por Nicolás Maduro, ha perdido fuerte apoyo internacional debido a las fundadas evidencias de haber cometido crímenes de lesa humanidad ahora investigados por la Corte Penal Internacional, la ruptura del hilo constitucional a partir de la arremetida a la recién electa Asamblea Nacional de mayoría opositora que fue dejado sin efecto por el Tribunal Supremo de Justicia en el 2016, y más aún, por las manifestaciones populares sin precedentes contra el sistema político: las protestas del 2014 y del 2017, el plebiscito del 17 de julio del 2017 y la asunción del interinato el 23 de enero del 2019. Éstos dos últimos con participación masiva de los venezolanos en el exterior en cientos de ciudades del mundo.

No es secreto que los sistemas totalitarios buscan aferrarse al poder al costo que sea a sabiendas de que perderlo tiene consecuencias altísimas para la cúpula. Hoy en día las guerras han evolucionado de tal forma que se disputan en diversos planos, entre ellos la narrativa. 

Parecerá poco, pero no multiplicar dicha narrativa contribuye a mantener viva la lucha que tarde o temprano resultará en la Libertad de Venezuela.