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El hombre cuando ve la luz viene con elementos naturales, es decir, elementos intrínsecos a su existencia, por ejemplo, su ADN, pero también están presentes características distintivas inherentes, que incluyen formas de pensar, sentir y actuar. En estos últimos ámbitos tenemos la naturaleza de la traición. Por ejemplo, si a una persona le gusta robar las cosas de otras personas, entonces este gusto por robar es una parte de su vida, aunque a veces robe y a veces no. Ya sea que robe o no, eso no puede probar que su hurto es sólo un tipo de comportamiento. Más bien, prueba que su hurto es parte de su vida; es decir, de su naturaleza; el mismo principio aplica para la traición.  

La traición es uno de los actos más aborrecidos y despreciados a través de la historia, es definida por los juristas modernos como el “delito cometido contra un deber público, como la patria para los ciudadanos o la disciplina para los militares”, y en términos generales se refiere al “conjunto de crímenes que engloban los actos más extremos en contra del país de cada uno. Familiarmente, la traición consiste en defraudar a familia, amigos, grupo étnico, religión u otro grupo al cual pueda pertenecerse, haciendo lo contrario a lo que los otros esperan.” 

Así tenemos ejemplos de traiciones y traidores que han pasado a la historia. 

Una Frase que Pasó a la Historia: En 147 a.C., el general Quinto Servilio Cepión había sido enviado a la región de Lusitania, hoy Portugal, a sofocar una rebelión y expandir el territorio romano; los lusitanos habían dado la pelea al poderoso ejército romano, su líder era un pastor llamado Viriato, tres lusitanos llamados Àudax, Ditalco y Minurus se ofrecen a asesinar a su líder y así cobrar la recompensa ofrecida por el senado romano; mientras duerme Viriato es asesinado y los tres personajes se presentan ante Servilio Cepión a reclamar la recompensa, escupiendo al suelo, Servilio Cepión como acto de asco y desprecio les pronuncia una frase que ha pasado a la historia: “Roma no paga a traidores”, e inmediatamente los envía al suplicio de la crucifixión. Tomando como ejemplo este acto podemos concluir que la expresión “Roma no paga a traidores”, advierte cómo la traición no es recompensada ni siquiera por aquellos que la fomentan. 

De esta manera una de las civilizaciones que más desprecio sentía por la traición era la civilización romana. En ella el traidor si gozaba de la ciudadanía romana, era juzgado, si era encontrado culpable todos sus bienes eran expropiados y su familia condenada al ostracismo en una isla remota del Mediterráneo, luego el reo era conducido a un lugar llamado “La Roca Tarpeya”, una vez desnudado y atado era lanzado por el precipicio, si sobrevivía a la caída era rematado a palos por un centurión, luego su cadáver era expuesto en las bases de las escaleras del Foro Romano donde todo ciudadano que por allí transitaba lo pateaba y lo escupía. Pasados tres días el cadáver era recogido por los “estercolaris”, no sin antes echar a la suerte a quienes de dos del grupo le correspondería tal labor, los dos quienes habían resultado con la mala suerte de recoger el cadáver se dirigían a él echando pestes y maldiciones por haberles tocado aquel acto tan despreciable, escupían y pateaban el cadáver lanzándolo luego al “carrum stercolaris”, una carreta donde se colocaba la basura, para luego ser depositado en el “basurum”, ubicado en las afueras de la ciudad donde era devorado por los perros y aves de rapiña. Si el traidor no tenía la nacionalidad romana era crucificado sin juicio previo y su cadáver era dejado en la cruz hasta que el sol y las aves de rapiña consumían hasta el último gramo de su carne. 

También han pasado a la historia, quizás los más famosos, dos personajes que han hecho de la traición el acto humano más aborrecible: Judas y Bruto. Como sabemos la tradición cristiana ubica a Judas como el discípulo que traicionó a su líder por unas pocas monedas de plata, Marco Junio Bruto era el hijo adoptivo de Julio César, algunos sostienen incluso que era su hijo de sangre concebido con la amante de César, Servilia. Bruto luchó contra Julio César en la guerra civil del año 49 a.C., pero César no le guardó rencor y, demostrándole gran afecto y protección, le nombró propretor de la Galia Cisalpina (46 a.C.). Bruto Participó en la conspiración que condujo al asesinato de Julio César y fue uno de los que asestó una de las 23 puñaladas que recibió Julio César cuando fue asesinado en los idus de marzo (15 de marzo) del 44 a.C., un asesinato cuyas consecuencias aún hoy se hacen sentir en el mundo occidental.  

Pero lo interesante de estos personajes está en la sublime obra del poeta y escritor florentino Dante Alighieri, quien en su majestuosa obra “La Divina Comedia” describe el infierno y en su paseo por él en compañía del también poeta romano Virgilio se los encuentra en el noveno círculo donde está presente el mismísimo Lucifer, es el más pavoroso de los círculos y está reservado a los traidores. Aquí yacen los traidores acompañados por el mismo Lucifer; Dante lo describe como “un inmenso lago helado donde se encuentran sumergidos, unos más que otros y en posiciones diferentes, los condenados por traición”. 

 En toda la historia de Venezuela ningún a acto de traición ha sido más intenso que el sucedido durante los últimos poco más de 20 años. Personajes que no solo han traicionado a su familia o a su grupo de amigos, sino que han traicionado a toda una sociedad, a un conjunto de ciudadanos que han visto que por este acto aborrecido y despreciado han sufrido las miles de humillaciones y vejámenes que se puedan imaginar. Entonces ¿qué hacemos con los traidores una vez recuperada la Democracia y el Estado de Derecho?, ¿los lanzamos al vacío desde el Salto Ángel, escupimos sus cadáveres y los dejamos allí para que los devoren los zamuros? Por supuesto que no, eso no sería lo civilizado para usar el término antónimo de barbarie, aunque a muchos les parezca el mejor castigo. ¿Les hacemos estatuas para que cada vez que pasemos los escupamos y orinemos sobre ellas? Es una opción, los pueblos deben tener memoria histórica para que la maldad no se repita, museos y monumentos a la ignominia es una opción para prevenir y alertar a las futuras generaciones que por aquí estuvieron alguna vez las legiones de Lucifer. 

De lo que si estamos seguros es que deberán ser juzgados con todas las garantías de derecho que ellos no les dieron a sus víctimas que somos todos los venezolanos, vivos y muertos por causa de este sistema barbárico y medieval, expropiarles todos sus bienes mal habidos y convertir su usufructo en hospitales y escuelas para niños. Y si el infierno existe, que a decir de Dante, muy seguramente estarán allí semi enterrados eternamente en un lago congelado, en posiciones grotescas, recibiendo  mordiscos de un ser de tamaño enorme, con seis alas de murciélago y tres caras, una de estas caras es roja, otra, amarilla y la tercera, negra. Cada una tiene la boca que le corresponde, bien armada con la correspondiente dentadura con la que constantemente muerde a los condenados por traición.