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El azar concurrente ha querido mostrar nuevamente lo vulnerable que es la sociedad venezolana. Por mucho tiempo en nuestro imaginario psicosocial asociamos ciertos hechos históricos como catastróficos, se considera un mal augurio hacer referencia a aquel año, 1983, al que le correspondió el «viernes negro», año terrible que en nuestro imaginario solo puede ser comparable en su dimensión mítica al año terrible en que se pierde la primera República, y que cuando se consideraba cerrado aquel binomio catastrófico, comenzó a aparecer la eliminación de ceros con suficiente peso para restar importancia a los dos eventos.

Desde entonces las políticas económicas han ido escalando la magnitud de fracasos y desaciertos. Hago a un lado un montón de cifras que bien se podrían transcribir, pero significarían solamente una masa amorfa, sin embargo, para nuestros conciudadanos sin conocimiento de términos económicos, es fácil evaluar su impacto por los efectos negativos que sufre la población y por el cada vez más profundo deterioro de la calidad de vida de los venezolanos que no se creen el cuento «esto se arregló».

Recordando los titulares de los periódicos en los años 80 y 90 donde la censura era más tolerable, podemos hallar titulares que bien podrían identificar la realidad actual y poner en evidencia que estamos en presencia de una serie de eventos de vieja data.

Trataré de no extenderme de forma tediosa y citaré algunos ejemplos: Inflación y se complementa la receta con recesión, se disparan los precios de los alimentos, subida del pasaje, suspensión de la libre compra y venta de divisas, incertidumbre y confusión en la población por el alza del dólar, nuevo ajuste cambiario que equivaldría en los primeros momentos a decir Tasa del día del BCV, aumento del desempleo, este último también imponderable en la actualidad por el cierqre de empresas en los últimos 20 años y con una perspectiva de aumento por el incremento desmedido en la aplicación de impuestos, RECADI y sus gemelos CADIVI, ONAPRE, incumplimiento de contratos colectivos, protesta del gremio de educadores y adicionamos para condimentar la receta con el lanzamiento de 16 motores productivos.

Lo mencionado en el párrafo anterior son la consecuencia del realismo mágico de las políticas económicas aplicadas por populistas- socialistas, quienes frotan una lámpara en la comodidad de un sofá y piden al genio un único deseo «justicia social para el pueblo». Tocado el arte literario y valiéndonos de la metáfora, medidas populistas podrían catalogarse como Crónica de una debacle económica anunciada.

¿Dónde radica la vulnerabilidad de la sociedad venezolana? Citados los ejemplos se hace relevante la similitud existente durante los descalabros económicos de nuestro país, donde el denominador común ha sido el socialismo, llevado en pinceladas desde una tonalidad del claro a muy oscuro y cuyos actores políticos es necesario remarcar por haber alcanzado la primera magistratura; Copei, AD, Convergencia, PSUV. Lo anterior es de gran importancia porque nos permite desmontar el mito del nacimiento de una V República de una nueva Venezuela, una Venezuela victoriosa, cuando en realidad no hay tal ruptura histórica, que solo es la continuidad del proceso degenerativo del país político, puesto de manifiesto cuando aparecen candidatos presidenciales repartiendo sopas, en otro caso sardinas y un G4 que cree hablar por los venezolanos.

La sociedad venezolana debe afrontar la realidad de que el pueblo sí se equivoca y que va a llegar un Mesías a revertir la situación, que va a llegar un salvador de los pobres. En tal sentido, hay que estar alertas a los ofrecimientos populistas que hacen los dirigentes políticos socialistas  y optar por una tercera vía que no es otra que la vía de la libertad individual, la del respeto a la dignidad humana la del derecho, pero sobre todo la del deber.

Virgilio Laverde: Ciudad Bolívar está a oscuras por culpa del socialismo