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Por allí, buscando una cercanía con las universidades, andan unos que se hacen llamar «diputados». Propalando un plan de 20 puntos para que sea tomado en cuenta para la Ley de universidades que el régimen del terror fragua.

El plan, que ellos aspiran sea parte del aliento a la discusión pública universitaria, fue presentado en la Universidad del Zulia, con la anuencia de su rectora.

Y esta semana está proyectado para su discusión en áreas de la Universidad Central de Venezuela, casi nada.

Varios elementos saltan a la vista y el entendimiento con semejante despropósito.

Lo primero de ello resulta, sin duda alguna, el interés -no debería haber alguno- por una Ley de Universidades en este momento. Y bajo el «cobijo» de un régimen de pretensiones totalitarias, tiránico, criminal, asesino, terrorista, narcotraficante, propiciador de grupos armados de toda índole, y muchas otras negatividades que no daría tiempo ni espacio enunciar en este momento.

¿Con qué objeto -así sea científico- queremos los universitarios una nueva Ley de universidades? A nosotros no nos sirve para absolutamente nada un nuevo orden legal al respecto. Menos aún cuando el régimen mencionado ha convertido a las instituciones de educación superior y sus integrantes en enemigos de guerra prácticamente.

No tiene sentido propiciar una ley ahora, y menos contribuir en nada para su gestación. En nada.

Luego, y no para menos, se puede fácilmente detectar el hecho de que discutir con esos que se dicen «diputados» una ley, cualquiera, cómo será esta, lleva implícito – o más bien explícito- el hecho vil del reconocimiento de esas personas como «diputados» con capacidad de legislar. Lo cual supone, desde luego, el sometimiento a la ley que resulte por ellos aprobada, seguramente un adefesio propugnador de más allanamiento.

Ayer no más la comisión delegada del parlamento venezolano, reconocido por el mundo democrático -no solo venezolano, agradeció a la Unión Interparlamentaria el reconocimiento a esa nuestra Asamblea, prolongada por la inexistencia de nuevas elecciones libres.

Hace horas la Unión Europea, a través del informe sobre el desempeño «electoral», pedía la separación de poderes-. Uno de los baluartes más firmes de la democracia.

Hace minutos la agrupación de expresidentes e intelectuales de alto calibre como Vargas Llosa IDEA, solicitó la aplicación de la Carta Democrática en nuestro país.

¿Y vamos nosotros «ingenuamente» a reconocer, aunque sea de soslayo a diputados y Asamblea impostores? ¿Vamos, así sea tibiamente, a darle cabida en nuestra conciencia a esa Ley de Universidades? Cabuya firme para pescuezo, dirían.

En medio de tanta falta de claridad y coherencia política, las universidades, los universitarios, deberíamos fincarnos más arduamente en la defensa de los valores y principios que fundamentan nuestro ser, nuestro hacer, y, también, nuestro parecer.

Debemos y tenemos la obligación de orientar a la sociedad desorientada. No podemos extraviarnos a dar palos de ciego en estos cruciales momentos. Momentos en los que la ambigüedad, la neutralidad o el silencio, resultan fatales para el devenir del país.

Los 20 puntos, así, pueden resultar más bien de sutura para las universidades y para el necesario concierto nacional en procura de la liberación y de la transformación necesaria. El problema no es solo la sutura sino también en cuál órgano se va a suturar.

 

William Anseume, Coordinador de Vente Guaicaipuro.

 

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