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Las intenciones del régimen del terror por estos días anteriores y cercanos a sus proyectadas «elecciones» son legitimarse con ellas a toda costa. Así esto signifique comprar candidatos y partidos o inhabilitarlos, como en efecto ocurrió. Más que el triunfo – que ha asegurado- o la participación, le importa que el evento se haga y arroje un resultado que mostrar al mundo, para lucir algún tipo de talante democrático del cual carece por completo.
No existe forma alguna de que despierte alguna emoción o intención de voto el evento marcado por la ciudadanía, nada desprevenida, por su creencia de que los problemas enormes, graves, del país y su día día cotidiano no serán en nada resueltos por depositar su opinión en la máquina que los capture.  En el pueblo donde vivo en diferentes oportunidades vi, sin absolutamente ningún partícipe, las máquinas del Consejo Nacional Electoral del régimen con sus abúlicos funcionarios esperando amodorrados, en las cercanías de la Plaza Bolívar, un alma que quisiera inscribirse en el manipulado registro. Las «elecciones» son fofas, carecen de encanto y de interés. Los habitantes están claros del fraude, de la irresoluble situación por esa vía.
El régimen manipulador usa sus herramientas, más allá de la – en este caso- innecesaria propaganda, para subyugar a los votantes: abundan los empleos casuales de agentes de limpieza y cortadores de gramineas mal pagados – algo es algo y peor es nada, dicen- , por cientos en cada zona; profundiza el sometimiento con la comida, al entregar bolsas más frecuentemente en estos tiempos y más resueltas, paga miserias a jóvenes para repartir la entristecida consigna de sus acólitos, en una especie de «chamba juvenil» electoral;  o sea, ha sacado el billete, que no le sobra, al menudeo, en función de estimular los votos que aún así le resultan esquivos. Es una más de las contradictoriamente tristes elecciones recientes en las que nadie celebra nada, ni ganando, porque nada hay para celebrar, ni con que hacerlo.
Así como la extorsión con la comida, envuelta en la velada amenaza de retirársela a quienes no participen, ha proliferado una muy inusual atención leve de los servicios. Alumbran calles y plazas, alcanzan el gas con mayor frecuencia, procuran – sin lograrlo- que el agua -otro negocio del día- llegue más a más personas y pusieron a trabajar autobuses baratos en las rutas, y le sacan fotos a su momentánea «eficiencia» para divulgarla como un logro pre-electoral. La gente lo sabe. Sabe que es momentáneo e intencionado. Dirigido a la manipulación con la cual los otros «candidatos» no pueden competir. Imposible.
¿Han alterado el registro? Seguramente. ¿Le han sacado provecho a la diáspora impidiéndole su derecho al voto? Claro. ¿Harán trampas en medio de la «elección»? Por supuesto. ¿Usarán su CNE para favorecerse? Está a la vista. ¿Compraron partidos y candidatos? Sin duda. ¿Son un fraude las «elecciones»? El mundo lo sabe. Pero han hilado muy fino su tramoya buscando la imperceptibilidad de sus fechorías. ¿La consiguen? Para nada. Son fofas las «elecciones» por más que intenten darle un aliento. La ciudadanía no es pendeja. En este caso tampoco elección es sinónimo de libertad ni de democracia. Es sabido.
@WilliamAnseumeB