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(Los Teques. 03/11/2021) Sorprende la capacidad del régimen para obviar a la torera los acuerdos previos, como la Constitución o los internacionales; no hablemos de los atinentes a los Derechos Humanos, tan sonados por estos días con la presencia del fiscal de la Corte Penal Internacional. Especial atención merece en esos saltos al vacío que son los convenimientos para la tiranía de Nicolás Maduro, aquellos promovidos y aprobados entre sus secuaces sindicales. Sin apoyo ni elección ni participación, más allá de los designados o autodesignados, en medio de este barullo institucional y legal propiciado desde el poder.

En agosto no más se aprobaron entre ellos una nueva, la cuarta, Convención Colectiva Única para los Universitarios. Los incumplimientos, transcurridos más de tres meses de ese hecho, son elocuentes en cuanto al desprecio absoluto por la educación universitaria, los profesores y los trabajadores. Apartándose las monsergas ideológicas permanentes, como aquellas en las que fijan permanentemente su atención: «construcción del modelo productivo socialista», así como dejando de lado sus aspiraciones de trasnocho comunista: «universidad en la fábrica», o soslayando también sus deseos de concretar la toma simbólica y material de las universidades para convertirlas a otros objetivos diversos a los de su creación y su sostenimiento por la sociedad: «creación de empresas universitarias», «chamba mayor universitaria», «brigadas universitarias integrales», «cuerpos combatientes de los trabajadores universitarios», está una rimbombante y altisonante utilización ampulosa del lenguaje. El uso de una retórica de grandeza absolutamente contradictoria, por estar justo en medio de la penuria más desproporcionada que haya atravesado la universidad venezolana: «Estado mayor de Salud Universitario».

El desprecio se cifra en la serie de incumplimientos de la ampulosidad lingüística esbozada: «una jornada médica mensual, asistencial, preventiva y formativa». Van tres meses y rodando el cuarto de este olvido en momentos de gran necesidad médico-asistencial de toda la población, lo que no excluye para nada a los universitarios. Y así: cobertura del 100% en Hospitalización, Cirugía y Maternidad tanto como en el servicio funerario. Nada de esto han implementado transcurridos tres meses y cuatro convenciones. No hablemos del plan nacional de viviendas o del de recreación y turismo.

A los 30 días de firmado el documento excluyente de sindicatos y gremios electos, debió implementarse un también rimbombante, centralizado e ineficaz Instituto de Previsión Social del Trabajador Universitario. Esto recuerda el fracaso rotundo, advertido duramente por nosotros en su momento, del fallecido SISMEU. Todo ello para contribuir al «bien vivir de los trabajadores». Demostración de la capacidad de aguante de los papeles firmados.

La Convención se entromete también, violando una vez más con descaro la Autonomía Universitaria (recordemos que fue firmado y es documento oficial, por tanto) en determinar ingresos y ascensos del personal docente. En fin, todo un despropósito.

La desprotección en sueldos y salarios, tanto como socio-económica, especialmente en salud de los universitarios van sin freno durante este régimen macabro, solazado en la toma simbólica y de dirección de entes a los que dejó desguarnecidos en términos humanos, económicos y simbólicos. Un plan de destrucción y toma que continúa su avance. Lo he dicho antes: como en una guerra contra la universidad.

William Anseume