Desde el año 2017 el gobierno de EEUU comenzó una escalada de presión contra el régimen de Nicolás Maduro a través de sanciones contra individuos y empresas que pertenecen o están relacionados a ese sistema. De igual manera, en los últimos años se sumarían sanciones por parte de la Unión Europea, Panamá y Suiza.
A lo interno, las fuerzas democráticas de Venezuela implementaron una estrategia de desconocimiento al régimen, respaldadas por gran parte de los gobiernos democráticos del hemisferio occidental. Comenzó a partir de Mayo de 2018 cuando se realizaron las Elecciones Presidenciales sin garantías, sin condiciones mínimas y con liderazgos opositores inhabilitados. Desde entonces, el poder del régimen se debilitó, generando que entre los años 2019 y 2020 las fuerzas democráticas concentraran fuerza necesaria para lograr el objetivo máximo de desplazar de raíz al régimen chavista.
Sin embargo, la poca determinación de la Presidencia Encargada y la AN-2015 trajo como consecuencia la situación actual. Los escenarios futuros a corto plazo cambiaron.
Hoy presenciamos con repudio que el llamado G4, que agrupa a los partidos que durante muchos años han pretendido monopolizar a la oposición, asumen una nueva estrategia de claudicación donde buscan lavarle la cara al régimen acudiendo (como candidatos) a un evento electoral donde las estructuras del fraude siguen intactas.
Bajo este nuevo escenario es necesario que todas las fuerzas que aún desconocemos al régimen de Nicolas Maduro nos organicemos, teniendo como primer objetivo una contracampaña que le explique a la ciudadanía que abstenerse en la farsa electoral es una acto de desobediencia civil.
Es imprescindible que todos los movimientos, partidos y liderazgos individuales, que rechazan el evento electoral del 21N y desafían al régimen, para así lograr el regreso de la democracia, nos agrupemos en una alianza que muestre fuerza a nuestros aliados internacionales, una alianza por la libertad, una alianza por Venezuela.
@SoyLuisDaniel1