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México no abrió las puertas de la libertad, hasta ahora; sospechamos que no lo hará para todos. Algunos presos políticos la obtuvieron, mínimos, graneaditos (menos mal). Pero sí sirvió México como excusa para la aceptación de lanzarse al ruedo «electoral» en respaldo y consagración definitiva del régimen. Surgen así otros secuaces.

 

Nada importó que la Asamblea Nacional, esa que impuso al Consejo Nacional Electoral desequilibrado y obtuso fuera la misma por la que no participaron electoralmente en diciembre, la despreciada por el país y el mundo.

 

¿Qué importa? Nada importa ese CNE así, total. De las dos asambleas, la legítima presidida por Guaidó y la otra guiada por un energúmeno, la segunda fue la que generó un consejo para elecciones. Entonces da igual desconocer la primera, aceptando y legitimando la segunda, sin faltar a las reuniones de la primera. De coherentes no morirán. Esto para parafrasear a uno de los desconocedores que conocen.

 

El PSUV, como es su costumbre, desconocedor de la palabra democracia, abrió cancha con «primarias», en las que mostraron su fino talante y le indicaron a sus seguidores, palabras más o menos algo así como: «ustedes creen que eligen, pero no es así, era una finta, seleccionamos nosotros». Pusieron y quitaron desde candidatos hasta ganadores como les cuadraban desde arriba: «tú sí, tú no». Son los mismos que por personas al parecer interpuestas (algunos ni interpuestos son) decidirán el «triunfo» de quienes les resulten convenientes. ¿O no? ¿Algo se los impide? Elecciones libres y democráticas no serán. Eso, como casi más nada, no se ganó en México. Pero nada les importa. Se lanzan al ruedo a hacer que participan. Sin prurito.

 

Ya Samán se queja que no va porque da mucha sombra. No es el único inhabilitado (candidato o partido). Pero nada importa. Adelante. En Barinas, según imágenes crudas, la guerrilla, sí, la guerrilla le «sugiere» a un tipo que no puede ir porque ellos se molestan. Intentaron convencerlo con borbotones de sangre muy expresivos regados en su crisma.

 

En Miranda la parranda sigue aun después de las inscripciones. Los que creen que ganarán no piensan soltar el negocio tan rápido. En los Altos Mirandinos y por la gobernación, han inscrito a cualquiera que pasó por ahí. Mientras se decanta quien es el que sí va. Con la promesa de sustituir finalmente, en última fecha, a quien pusieron malamente, por no dejar. Ocariz y Uzcátegui, quienes juran que van a ser gobernadores, o al menos amplían el negociado hasta el día final de la derrota por maquinita, anotaron su acuerdo de caballeros en un papel a rayas, con tinta no indeleble. Legible. Pero el acuerdo no valió. Andan llamando a mamá MUD para que arregle el entuerto. Todo un derroche de democracia siglo XXI, en Venezuela.

Mientras tanto, el ciudadano clama por paz, por comida, por servicios, por coherencia política para enfrentar y derrotar finalmente a la tiranía, por verdadera democracia, por libertad. Sabe que estos artífices del corillo político son los que van saliendo perdedores, junto a quienes criminalmente manejan el poder y esperarán seguro una mejor oportunidad futura, para volcarse a las calles a gritar libertad, a votar cuando la conquistemos, por políticos más decentes y coherentes entre discurso y acción. Estos se entregaron al poder y van de salida. Nada importa. Nada les importa.