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No por vanidad lo recordamos, sino porque es una verdad imposible de negar: la Fracción Parlamentaria 16 de Julio se cansó de advertir lo que le venía encima a todas nuestras universidades. Incluso yo mismo, en tres oportunidades intervine en las plenarias de la Asamblea Nacional denunciando la situación. Ya no era el problema del presupuesto o de la planta física, sino de la propia concepción de la universidad, pues, el régimen siempre aspiró a doblegarlas y a convertirlas en centro de distribución de bienes y servicios elementales que el Estado mismo no puede dispensar (pedevalizándolas), imponer el aula virtual a pesar de la enorme brecha digital (conatelizándolas) y de emplearlas como carne de cañón en la guerra de resistencia popular (militarizándolas). Creyeron que era embuste y, ahora, una convención colectiva contraída con los trabajadores bolivarianos, los suyos, no faltaba más, revela los propósitos de la usurpación.

 

Ese reciente contrato colectivo al que nadie le ha hecho mucho caso embelesados por las negociaciones de México, tiene un aspecto muy importante y completamente ajeno a la misión de la universidad y a lo que pauta la propia Constitución de la República. Materia de la contratación que está reñido con el derecho laboral y, específicamente, el derecho colectivo toma como suyo el llamado principio de corresponsabilidad entre Estado y sociedad, a los fines de la defensa integral de la nación. Es decir, no se entiende ninguna relación académica ni laboral, sino a través de la definitiva milicianización de los integrantes de toda casa de estudios que esté en pie en Venezuela.

 

Cada universidad venezolana se convertirá en trinchera prioritaria de la guerra de resistencia popular prolongada o asimétrica, quedando de esta manera a las órdenes del Comando Estratégico Operacional cuando el ministerio de Defensa le dé la gana de disponer de las brigadas universitarias. De disponer, porque es obligación conformarla. Esto está en el IV contrato colectivo aprobado, que pronto se complementará, antecediéndola, a la de usurpadora de universidades. Si los cubanos fueron obligados a combatir en Angola, los universitarios tendrán que lidiar con la muerte en Venezuela, o a dónde Maduro le dé la gana, claro está, menos Nicolasito y los hijos de los grandes capitostes del poder.

 

Post-data: Me informan que los aspirantes a cursar medicina en la Universidad Central de Venezuela, la OPSU los ha destinado, en buena parte, a una tal escuela de medicina comunitaria “Hugo Chávez Frías”, dejando a la prole de los más privilegiados y palanqueados para la Razetti y la Vargas.