Entrada la modernidad gracias al influjo del Renacimiento, para el siglo XVI Copernico da a conocer su original planteamiento consistente en establecer que la tierra y demás planetas giran alrededor del sol y no al contrario como hasta entonces era concebido. Con esto, Copernico explicó que dicho movimiento planetario es realizado en un ciclo determinado el cual denominó «REVOLUCIÓN», de modo que, por tal (revolución) sería comprendido el giro que realiza un objeto sobre su eje en un periodo determinado.
De esta manera, la Concepción copernicana permitió el avance en el desarrollo de equipos mecánicos tales como los motores consistentes en un sistema con un eje respecto al cual giran una serie de elementos en modo revolucionario. De aquí se establece, por ejemplo, el ciclo de X revoluciones por minutos previstos en ciertos tipos de motores automotrices.
A continuación, por esas cosas del pensamiento y el lenguaje, se procedió a asociar al agitado modo de la mecánica revolucionaria copernicana con cualquier movimiento, incluso, derivados de las concepciones filosóficas, surgiendo expresiones a decir de «un pensamiento revolucionario», así como, su aplicación a diversos aspectos de otra índole, en lo social, económico y en fin, político que fueron etiquetados de «revolucionarios», alcanzando unas de sus más connotados realizaciones en la denominada «revolución francesa», por configurar ésta un agitado, convulso y desordenado accionar que conllevó hasta masacres sangrientas de crueles asesinatos producto del caos socio político de la francia de entonces.
Tenemos pues, que las ejecutorias y resultados de dicho fenómeno, probablemente, pudieron estar inspirados y fundados en plausibles motivaciones orientadas al bien común, sin embargo, derivaron en masacres generalizadas de un sector que se imponía sobre otro, al punto del genocidio donde, las reputadas víctimas de ayer resultaron en victimarios de hoy. Esta es una señal inequívoca de las denominadas «revoluciones» motivadas en resentimientos y complejos mentales insolutos que dicen de ciertas patologías padecidas por tales «revolucionarios» quienes al modo de un Hitler cualquiera se autoconsideran encarnar un espíritu justiciero capaz de destrozar todo lo que arrastran a su paso comenzando por la misma vida humana.
En ese sentido, según el libreto «revolucionario» el convulso agite no tiene otra manera de ejecutarse sino mediante la inducción de caos a diestra y siniestra alterando el orden concebido y establecido sin importar la condición y estabilización que las personas hayan alcanzado hasta ahora. Con esta inducción se amenzan y alteran los valores y principios, especialmente, los morales concebidos por los individuos en el todo social.
En tal sentido, tales amenazas y ataques en realidad constituyen una verdadera guerra, ejecutada bajo una modalidad gradual (poco a poco) que en la generalidad de los casos, al instante no es percibida, de modo que, cuando la persona busca reaccionar ya el agua la tiene al cuello, como popularmente se dice. Es aquí, cuando se habla de una guerra no convencional, en la actualidad, denominada «guerra hibrida» debido a la gran cantidad de factores que intervienen alterando y destruyendo desde los más elementales esquemas de acción hasta los más complejos, tanto del individuo como de la integración social.
En definitiva, saque usted sus propias conclusiones, por cuanto, hasta en eso son revolucionarias las guerras en la actualidad, sin un tiro ni un bombazo. Nos voltean el mundo sin darnos cuenta; con la agravante que, los victimarios se ocultan bajo cualquier fachada al punto de quebrar las piernas de la víctimas para luego ofrecerles las muletas.
Asdrúbal Romero Silva
Abogado, Msc. en Ciencias Penales
Coordinador Estadal de Formación de Cuadros
@AsdrubalRomer16