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El quinteto del horror en América Latina, incluyendo a todo el Caribe, es motivo de grande preocupación. El papel de Cuba durante la Guerra Fría, fue el de infiltrar a la Unión Soviética en todo el hemisferio hasta que se le dió un parado a tiempo. Pero ahora, coordina junto a su parasitada Venezuela, Nicaragua, Bolivia y Perú, esperando por Chile y el mismísimo Brasil de Lula, la infiltración de todas las fuerzas antioccidentales para especializar este lado del mundo en la producción y comercialización ilícita de las drogas.

A Estados Unidos y a la Europa unida, les corresponde una tarea estelar, como es la de encabezar la resistencia y el triunfo frente a ese antioccidente terrorista, globalista del delito, que ya no se contenta con una envalentonada anticapitalista, sino que apela a los más asombrosos fundamentalismos religiosos. Como China y Rusia no terminan de ganar la pelea económica por la fortaleza del gran país del norte, tienen por empeño la de subvertirlo culturalmente, arraigar para luego explotar los problemas raciales, inhibirlo de participar en la ayuda y la defensa de las grandes áreas democráticas en las que actúan, por cierto, como les da la gana, los comunistas. Les importa un bledo la caída del muro de Belín, prosiguiendo con el engaño y la demagogia de extensos pueblos a los que ahora los intoxica con esos fundamentalismos.

Es en las democracias liberales, donde la mujer ha avanzado extraordinariamente en defensa y desarrollo de sus derechos. Es en Occidente, donde ha logrado las más grandes conquistas en la historia, y por ello, en Venezuela rechazamos y repudiamos el ajusticiamiento sistemático de las mujeres afganas, desconociéndole la más elemental dignidad como persona humana. Entonces, se impone una vial y necesaria coalición occidental en defensa de los valores que nos inspiran, en términos políticos, culturales e incluso militares para impedir que el terror invada a todo el planeta, haga de América Latina y del Caribe que se siente ajeno a la ofensiva comunista, su mejor domicilio.

Estados Unidos de América ya no puede evadir esta enorme responsabilidad y grave compromiso.