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Resulta inverosímil que, a pesar de años lóbregos de sobrevivencia a un “terro-narco-comunismo“ cada vez más peligroso, todavía existan sujetos que insisten en repetir como paliativos, acciones ineficaces, bajo el risible argumento de “negociar una salida” que nunca se materializará de manera voluntaria.

Es increíble que, en su repaso diario por redes y otros medios informativos, la sociedad tenga que tropezar con posiciones “electoreras” asumidas por un sector decidido a medirse en un proceso que, por máximas experiencias se sabe que no comporta garantía alguna de transparencia, ni legitimidad.

Es agobiante escucharlos basar la liberación de Venezuela en suposiciones e inferencias como: “si no ganamos todo, al menos obtendremos algunos cargos y paulatinamente iremos ocupando espacios, hasta neutralizar al régimen…”. Este es el propio discursillo enganchador para arrastrar nuevamente hacia caminos erráticos e improvisados a una población desesperada, aunque alerta ante la nueva oferta engañosa que le pretende hacer una dirigencia incapaz y perversa.

Contra las malas decisiones, el remedio no es otro que el conocimiento y el sentido común; eso sí, en iguales proporciones; pues, ya se han visto pasar por nuestra historia lejana y reciente, figuras políticas, egresadas de importantes casas de estudio, coleccionistas de títulos académicos y portadoras de rimbombantes discursos embaucadores; empero, sin ápice de sentido común, que no es otra cosa que la intuición o habilidad de diferenciar entre una buena y una mala idea, así como sus consecuencias.

De igual forma, se han visto desfilar dirigentes que, aún mostrando cierta capacidad de discernir en su quehacer público; sin embargo, están desprovistos de armadura académica y rupestre, llamada experiencia. Y peor es aquel escenario plagado de “politiqueros” carentes de conocimiento, sentido común y amor al país; es decir, privados de las bondades esenciales para llevar la tripulación a buen puerto.

¡Así no se puede! Sin una dirigencia íntegra, preparada e intuitiva, jamás se avanzará un centímetro hacia la libertad. Es por eso, que en la sociedad civil deben perfilarse grupos que reúnan estas cualidades para darle legitimidad y reconocimiento a un liderazgo que sea réplica de su sentir a pequeña escala.

La sociedad, integrada por ciudadanos trabajadores, estudiosos, formadores de hogares, forjadores de país, es la única que puede presionar para que, manos distintas, sabias, nobles e intuitivas, den viraje al timón de este gran barco que se llama oposición. Esta sociedad que hace tiempo despertó y así lo ha venido demostrando al mundo, nunca más volverá a caer en falsos atajos, porque está clara que lo aprendido le ha costado tiempo, bienestar, vida y libertad.

Definitivamente, el llamado es a organizarnos como ciudadanos y rescatar a Venezuela desde trincheras estudiantiles, académicas, con la integración de obreros, deportistas, cultores, comerciantes y empresarios. Estamos obligados a rehacer nuestra cotidianidad conforme a parámetros afines a nuestros valores y, con ojo crítico, distinguir la verdad de la demagogia, el bien del mal; pues, a estas alturas de nuestra prolongada tragedia, no quedan dudas de que, político que se esfuerce en convencernos y a su vez, en ser partícipe de soluciones negociadas y/o electorales, no le asiste la ingenuidad, ni la ignorancia.