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Al ser un joven cristiano y liberal, me enfrento constantemente a una lucha de ideas y argumentos contra gran parte de la comunidad cristiana evangélica que siente cierto miedo a las ideas liberales, más por ignorancia que por el temor a un libertinaje que nada tiene que ver con la libertad que aclamamos.

Lo que sucede es que la iglesia le tiene un miedo irracional a que la sociedad sea verdaderamente libre porque entonces (cree la iglesia) las personas se volverán a la inmoralidad y a las prácticas que las reglas eclesiásticas condenan. Sin embargo suelen estar errados en esto. Lejos de concentrarme en una posición de estar en contra de la iglesia o de sus mandatos referentes a la Biblia, quiero conciliar sus argumentos con la evidencia empírica, comenzando con el principio de que a mayor libertad tenga la sociedad, mayor conciencia tendrán de sus acciones. El miedo de que la gente por ser altamente libre acarrearía un desorden es falso, de hecho, países como Estados Unidos son ejemplos de sociedades liberales donde la comunidad cristiana es bastante extensa. Además, las ideas de la libertad van arraigadas a que la persona sea libre de hacer lo que quiera, pero también a ser responsables de esas acciones. Como diría Hayek: “La libertad no solo significa que el individuo tiene la oportunidad y la carga de la elección, sino que también debe soportar las consecuencias de sus acciones y recibir alabanzas o censuras por ellas. La libertad y la responsabilidad son inseparables”.

El liberalismo es más parecido a los principios cristianos de lo que se suele pensar. De hecho, muchos de los precursores liberales eran de principios cristianos, bautistas y jesuitas que entendieron que la mayor amenaza para la fe no solo es el diablo, sino que también lo es el Estado, y por eso lucharon para mantenerlo a raya.

La iglesia siempre jugó un papel importante en la historia (y lo sigue haciendo). Sin embargo, la comunidad evangélica se ha alejado (estúpidamente) de la política, dejando los puestos públicos para que los ocupen personas desligadas a la fe y se excusan diciendo que los ministros cristianos no pueden hacer vida política porque ése es un sistema “del diablo”. No saben quizá que existió un hombre en el siglo XV llamado Martín Lutero, un monje que con sus 95 tesis sumamente liberales contra la opresión de las doctrinas católicas romanas del momento, logró abrir paso a las corrientes evangélicas que hoy existen en el mundo. Bien dice la epístola del apóstol Santiago que “la fe sin acciones es una fe muerta”.

Lo peor es que hay denominaciones y pastores que incluso abrazan con ferviente romanticismo a burócratas socialistas. No se dan cuenta que el socialismo es un terrible enemigo para la iglesia y para la sociedad, pues parte de una simiente atea-ocultista (algo extraño, sí) que excluye a Dios y que siembra en las personas el rencor, la discordia, resentimiento, el odio y la envidia, promueve también la eliminación de la fe, queriendo que las personas olviden a Dios y sea el Estado el único ser supremo al que le deban obediencia y veneración por arreglar sus vidas, darle seguridad y sostenerlos. Y bien está el ejemplo de Lenín que les quitaba las semillas a los agricultores para que padeciesen hambre y perdieran su fe. Chávez decía que Jesús había sido socialista porque ayudaba a los pobres, nada más fuera de la realidad que eso, pues Jesús sí ayudaba a los pobres pero no los mantenía y mucho menos los multiplicaba, como hace el socialismo. El mismo Marx siendo de origen judío y teniendo en su juventud una gran devoción por Dios, dejó de lado su fe y se volvió “ateo” al escribir su infame Manifiesto Comunista. Ateísmo que por cierto, aún se mantiene en duda por descubrirse que en realidad Marx mantenía prácticas ocultistas.

Si leemos las sagradas escrituras, Dios le da al hombre principalmente la institución de la familia (Gn 2:24), y junto a ella también la de la Propiedad Privada, la Libertad (Gn 1:28-30), la del trabajo duro para poder sostenerse a él y a sus hijos (Gn 3:19) y la División del Trabajo (Gn 4:2). Los judíos, que son los herederos directo de los mandatos bíblicos, entienden esto y los resguardan hasta el día de hoy. No por nada Israel es uno de los más grandes modelos de estabilidad económica y de libertad. El capitalismo tiene como institución principal la Cooperación Social, pues sin la libre y sana interacción entre los individuos no puede haber una economía efectiva, y es precisamente ésta institución la que propicia el amor al prójimo y no los sentimientos de odio entre las personas. El amor al prójimo es esencial en el capitalismo, y es también el principal mandato que nos dejó Jesús. Nos damos cuenta que no solo el capitalismo promueve los valores del esfuerzo, el amor, la cooperación, la iniciativa propia y la libertad de fe, sino que además es la única vía justa y la que más arraigada está a los principios cristianos.

La libertad, el amor al prójimo, el respeto al derecho ajeno y la multiplicación de las riquezas son esenciales para la sociedad, para vivir bien y como Dios lo ha demandado.

Municipio Carirubana, Estado Falcón
Twitter: @RobbTua