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Al recordar familiares, amigos y todas las personas que han abandonado su país: Venezuela, es imposible no sentir angustia a niveles insospechados, con la posibilidad de que ellos nunca regresen y sus recuerdos de niños queden atrapados en una caja de cuentos, que tal vez nunca existió. Posiblemente los miembros de una familia no se reencontrarán y habrá que comenzar todo de nuevo. Es un pensamiento aterrador.

 

Cuantificar esta situación es necesario, más aún, cuando se trata de un proceso totalmente activo y con tendencia a aumentar. Existen organizaciones no gubernamentales y oficinas en diferentes países, que hacen este trabajo y dan cifras. Sin el espíritu de especular, si observamos los grupos familiares a los que tenemos acceso, se podrá advertir topes cercanos a 50% de sus miembros que han emigrado.

 

Lo anterior es un hecho y conduce exactamente a un punto donde los autores, los causantes de este drama, han planificado la desintegración de la familia para una mejor y mayor manipulación del individuo, y así, lograr paralizar a toda una población que se encuentra inmersa en su angustia por la sobrevivencia diaria. Son comunes: la rabia y el desasosiego, ante un enemigo que le ha declarado la guerra; una guerra de exterminio hacia lo que significa desarrollo humano, en detrimento de las capacidades individuales, para finalmente aniquilar toda forma de organización para una sociedad estable, educada y próspera.

 

Si esta premisa es cierta, en los escenarios de actividades contra ese enemigo, las fuerzas ciudadanas por la liberación de Venezuela, se encuentran en dos planos (geográficamente hablando), ¿Cuáles?: los que están en el territorio venezolano y los que emigraron. Es casi imposible pensar ganar esta guerra, sin la acción preponderante de los que se encuentran fuera. No hay que ser adivino para saber que, con seguridad, la abrumadora mayoría de esas personas, desean más que nada en el mundo, que la tiranía desaparezca de Venezuela. Pero existe un problema, ellos ven lejano un apoyo directo para este fin.

 

Aclarando este punto, no se trata de una especie de ejército de venezolanos, ingresando al país, para acompañar de forma masiva y simultánea el desalojo de la estructura que controla el poder; pero si se trata de un bloque de venezolanos, muy homogéneos en el objetivo de liberar a Venezuela y listos para tomar una decisión que, cuyo número en términos absolutos y relativos, específicamente en un Registro Electoral Transparente, estaría decidiendo el futuro para el país.

 

En la práctica, por ejemplo, para cualquier proceso electoral ineludiblemente de tipo presidencial, que forme parte de una transición, es condición sine qua non, la participación de toda la diáspora. Los gobiernos de los países donde ellos residen, deben asegurar como muestra de apoyo con la liberación de Venezuela, que su estructura institucional, se oriente a facilitar el ejercicio democrático del voto de los venezolanos en el exterior, la seguridad para que se emitan resultados reales y la intención firme que dichos resultados ejerzan el efecto esperado.

 

 Abraham Sequeda – @AbrahamSequeda

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