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Anteriormente los «negociadores» de supuestas condiciones electorales disimulaban. Ponían «sobre la mesa» el tema de los presos políticos, al menos para que creyéramos que ese punto era crucial en las discusiones con noruegos o los extraterrestres de testigos o mediadores. Ya el descaro es tan común en el bando de los electoreros que ni se hacen eco de los más de 300 presos que el Foro Penal meticulosamente registra y Luis Almagro confirma con la Organización de Estados Americanos. No tiene para ellos, los transparentados con el régimen, ninguna relevancia el asunto de la crueldad humana contra la disidencia encarcelada.

Todo este tiempo he creído que los partidos y en general, la sociedad venezolana puede hacer mucho más que un tuit diario, cuando se hace por sus compañeros o por otros ciudadanos que atraviesan la desdicha de enfrentar el ensañamiento del régimen del terror. Alguna vez planteé que debíamos acordar todos juntos ir en pos de solicitar la entrega de estos venezolanos que padecen la tragedia de ser torturados, vejados y apresados por los sanguinarios despóticos. Sostengo la idea. Parte importante de la liberación de los estudiantes cuando Gómez, tuvo que ver con la reacción de otros estudiantes, de los trabajadores y amas de casa que se decidieron a irlos a buscar. Pero el miedo se impone y no hay espalda donde echarlo todavía para salvar la patria que nos va quedando, despedazada.

Digo esto porque considero tibia la reacción, si es que ha habido alguna, respecto al traslado de los presos políticos desde las sedes de las policías «políticas» o militares a cárceles donde yacen presos comunes, a otros morideros más profundos y escabrosos. Sangre de horchata (suele decir mi madre) parece circularnos, cuando somos incapaces de alzar la voz y estamos más pendientes (algunos) de saber si el Consejo Nacional Electoral impuesto por el régimen va a abrir o no el registro de nuestra prolongación de este secuestro colectivo. ¿Nos importa tan poco que haya otros venezolanos sufriendo más por alzar sus voces contra el régimen? ¿No podemos hacer un poco más por ellos?

La orden de Nicolás Maduro (saltándose nuevamente la simulación de separación de poderes) fue trasladarlos supuestamente para complacer a la Corte Penal Internacional o las exigencias de Michell Bachelet. ¿Acaso son locos olvidadizos y descuidados quienes saben perfectamente lo que ocurre y como ocurre en Venezuela? Lo hace como una muestra más de su desprecio por los otros que lo adversan firmemente. Lo hace como muestra de su poder y como mensaje para quienes insistan en seguir la lucha por la libertad. Es algo así como: se acabó el trato especial. No hay distinción. Un asesino es igual a quien diside.

Este nuevo zarpazo a la dignidad ciudadana debe ser respondido contundentemente dentro y fuera del país. No puede haber ninguna tranquilidad ciudadana mientras exista un solo preso político. Adolescentes, mujeres, militares, policías y hombres de bien esperan cada hora por nosotros, no podemos seguirlos defraudando.