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Un plan desarme, zonas de paz, un ministro que ofrece al ratero común que trabaja por cuenta propia, que entregue un 9 m.m. a cambio de un combo Haier y una vida sin expedientes, sin deudas con la justicia. Pero, a su vez, el mismo ministro decide hablar de zonas de paz con el líder de una banda medianamente bien organizada, le ofrece una sociedad de palabra, sin documentos. Es más fácil escuchar en labios de delincuentes las palabras lealtad y honor que en voz de gente decente.

Lo único que quiere el ministro es tener al barrio “tranquilo”, a cambio, ofrece la oportunidad de hacer crecer a la organización, reparte la ciudad, no más enfrentamientos entre bandas. Al ministro no le preocupan los desórdenes de la gente del este, le preocupa que no se desborden un día las barriadas.

Habrá desencuentros en el argot “Culebras”, algún “negocio” con más de un interesado. Todo se puede arreglar siempre y cuando no afecte a ninguno de los intocables. ¿Ya te olvidaste de José Antonio Tovar Colina, alias “El Picure” ? Su biografía aparece en Wikipedia. Llegó a controlar un tercio del territorio nacional, pero se equivocó con uno de los intocables.

La guerra que tú no ves es la guerra asimétrica, pero no en contra de un ejército invasor sino contra el ciudadano decente. Aunque también es útil en el eventual caso que la revolución sea depuesta por las armas. “Un Vietnam, diez Vietnam, cien Vietnam”, arenga el Capitán en cualquier acto público. Mentira. Sí el país no es para mí tampoco será para ti. Esa es la verdad. “Sí la revolución se acaba no habrá paz”, amenaza el Capitán. Es verdad. El compromiso de mantener las zonas de paz queda roto. Las pirañas irán unas contra otra para hacerse del control de la zona de paz del vecino que algún día fue socio. Ingobernabilidad. Ningún ejército invasor está en capacidad de garantizar la seguridad ciudadana, no están preparadas para ello.

Vaya dilema tienen quienes usurpan el poder. Por un lado, necesitan tener un país que “funcione” para poder seguir ejerciendo, y por el otro, por temor a la justicia, necesitan crear las condiciones para poder destruirlo en caso de no poder seguir ejerciéndolo.

Un país con millones de refugiados, pero sin guerra, aseguran hasta las más prestigiosas organizaciones e instituciones internacionales. Ellos tampoco ven la guerra porque no es una guerra civil convencional. Las víctimas hemos sufrido asedio psicológico permanente por más de veinte años, desde encender el televisor, pasar por una alcabala, necesitar de un hospital, suplicar por agua potable y gas doméstico, noches en penumbra, ráfagas de disparos desconocidos, el asedio de un entorno hostil destruyendo nuestros pensamientos. Hay muertos y encarcelados, hay hambre, el hombre nuevo es un ser desalmado, pero también hay otro hombre nuevo que es un ser armado.

¿Cómo no va a haber desplazados? Nadie en su sano juicio caminaría varias centenas, y hasta miles de kilómetros buscando un porvenir. Esas mismas organizaciones e instituciones hablan de crisis política, pero la verdad es que eso es solo una de las aristas. ¿Acaso no pueden ver que es un globo de ensayo? Tienen rato intentándolo en otras fronteras y, peor aún, han tenido mediano éxito.

El mundo siempre vivirá bajo la sempiterna lucha por el poder, pero el verdadero temor que debe sentir la humanidad, es que en esa lucha están triunfando aquellos quienes se alejan de ella.

@RaefZibaqui

Vente Aragua