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Si algo nos ha enseñado este sistema en los últimos 20 años, es que la indolencia es excesivamente peligrosa. Durante estas dos décadas todos los venezolanos hemos sido testigos de lo riesgoso que es un gobierno apático y sin sentido del deber.

Durante más de cuatro lustros hemos visto como la indolencia, la incapacidad y la inoperatividad se ha adueñado de los entes del Estado, y las consecuencias han sido caóticas y terribles desde todos los puntos de vistas.

Debido a una irresponsable visión económica, en la actualidad poseemos un signo monetario convertido en polvo, poseemos una industria nacional aniquilada, tenemos un campo abandonado y desaprovechado. Durante todos estos años la incapacidad gerencial destruyó todo el país.

La indolencia – unida con la corrupción – pulverizó todo, llámese Petróleos de Venezuela, la industria del hierro en el estado Bolívar, el potencial turístico nacional y todo lo que alguna vez – ya sea medianamente – funcionaba dentro de la nación.

La indolencia y la incapacidad es la causante de los derrames de crudos que contaminan nuestros ríos, costas y suelos; la indolencia mezclada con ambición desmedida es la culpable de los severos daños que se ocasionan al ambiente en el llamado «Arco Minero». Es terrible toda esta concepción de destrucción que acompaña a ese pensamiento que llaman «socialismo del siglo XXI».

Y esa misma indolencia, es la que tiene en jaque a los vecinos del barrio José Antonio Anzoátegui (mejor conocido como Molorca) en Puerto La Cruz; es la inconsciencia de Hidrocaribe la que tiene bajo amenaza a toda una comunidad que vive con el «Cristo en la boca», ante la posibilidad que la tubería matriz de la hidrológica – llena de fisuras – reviente dejando a toda la comunidad bajo las aguas.

Esta tubería de 60 pulgadas posee un desgaste total, sus multiples fisuras fueron “reparadas” de forma veloz debido a la denuncia que realizamos públicamente; no obstante, a pesar de la tragedia vivida en el 2017 cuando no pudo más y reventó, por encima de ello y de la advertencia de todos, los funcionarios irresponsables no generan una solución seria como el reemplazo de todo ese material envejecido y corroído. ¿Qué esperan? ¿Esperan ver muchas familias damnificadas? ¿O esperan contar fallecidos?

Sin duda, cuando la apatía y el desdén se apoderan de quienes ocupan los espacios de poder, entonces la ciudadanía queda vulnerable. Es por ello que es necesario, e incluso sabio, remover periódicamente a quienes se encuentran en las instancias de decisión y de acción, para así garantizar el empuje y el ardor de quienes quieren hacer bien su trabajo.

Luego de 20 años, quienes han ocupado el poder solo están pendientes de retenerlo, por el simple gusto del poder en sí mismo. No existe – entre quienes están en el uso del gobierno – el menor deseo de servir, ni una pequeña voluntad de hacer el bien a otros, su lucha por mantenerse obedece a su necesidad egoísta de disfrutar de las “mieles” de estar en la cúspide.

Es la hora de hacer que las cosas cambien, no podemos seguir a merced de quienes no tienen la menor disposición de trabajar por la gente; tenemos que levantar con nuestras propias manos, un país mejor y una ciudad de bienestar.

Nuestro país, y en especial nuestro Puerto La Cruz, lo tiene todo y solo faltas tú, hagamos la diferencia. Conquistemos el mañana.

¡Ven, toma mi mano. Vamos unidos!