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(Los Teques. 08/10/2020) Para «celebrar» el Día Mundial del Docente, establecido por la UNESCO, maestros y profesores tomaron la calle en Venezuela en protesta por la violación flagrante, sistemática y generalizada del derecho a la educación y de los Derechos Humanos, constitucionales y laborales en la educación venezolana.

No es cualquier pelusa. La educación pública en Venezuela está completamente paralizada en estos momentos. Tan compleja resulta la situación en el sector que no se trata de sólo paliarla con arrojar unos churupitos más a las nóminas que llevan dos sendos ministerios. No. El problema es estructural de la economía venezolana, de la desinversión continuada en la educación, del desparpajo con el que las políticas públicas desatendieron este importantísimo sector para el funcionamiento del país actual y del futuro.

De hecho, la UNESCO organiza con carácter extraordinario una reunión este mes para tratar la urgencia del financiamiento en la educación mientras dure la pandemia y post-pandemia. En Venezuela se trata de atender no sólo los estragos causados por la enfermedad que tiene al mundo en cuarentena sino los más profundos, los que tienen que ver con un régimen destructor del proceso educativo (y de muchos otros procesos) en busca de instaurar la ignorancia y la falta de producción de conocimiento como política de Estado, contrariando la constitución y los acuerdos internacionales al respecto, especialmente los atinentes a los Derechos Humanos, como bien ha quedado claro no sólo en el informe de la misión particular de la ONU acerca de algunos delitos de lesa humanidad cometidos por la tiranía criminal, sino en la ratificación esta misma semana de la continuidad de esa misión en la exploración de la sistemática y generalizada violación de los Derechos Humanos en esta República secuestrada por el crimen.

La lucha por los derechos educativos y en la educación debemos también profundizarla. Hay que extender con mayor énfasis a la sociedad estos reclamos y ganar adeptos. Sumar otros sindicatos y gremios que no pueden dejar solos a los educadores en sus demandas y deben exponer también duramente sus necesidades, propias por una educación mejor, por un país mejor, por ese, utópico ahora, otro país anhelado: libre, democrático, próspero. El impulso renovado de la lucha por los derechos de maestros y profesores no debe quedarse en la marcha fabulosa de este lunes en todo el territorio. Debe ser el motor impulsor de todas las demandas sociales. Clase de clase.

Por lo pronto, esta misma semana se ha afianzado la internacionalización de la lucha, con petición de nuestra parte a la UNESCO para que busque la manera de intervenir en Venezuela para detener la catástrofe educativa en la que estamos inmersos y que amenaza con convertirse en catástrofe generacional. Y, con la intervención de Aula Abierta, con la FAPUV, estuvimos reunidos con representantes de la Alta Comisionada de la ONU, Michelle Bachelet para llevar el planteamiento de la precaria situación de la educación universitaria en Venezuela. Son pasos cortos. Tal vez en lo inmediato poco productivos, tratándose de que la ONU es un organismo multilateral en el que están representados los gobiernos y reconoce aún al régimen de Nicolás Maduro. Pero, serán para el futuro un aporte más en la búsqueda de solución al problema inmenso de la educación y del país, políticamente hablando. En la ONU también se ha avanzado mucho.

No es hora de desmayar. Profesores y maestros debemos, junto a otros sindicatos y gremios, seguir la pelea a profundidad en la búsqueda de la reconquista merecida de nuestras libertades.

William Anseume