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En Venezuela la realidad supera la ficción. Todo lo que se pueda escribir, filmar, fotografiar e incluso testimoniar; aunque todos constituyen elementos de prueba para establecer responsabilidad penal y posterior encarcelamiento, son insuficientes para describir el sufrimiento del ser humano, en este caso específico, del venezolano.

La ideología socialista utilizando como marco estructural del Estado a un conglomerado criminal, en sus frentes de narcotráfico, contrabando de minerales preciosos, tráfico de personas, prostitución, desaparición forzada, represión; simplemente aplica esta metodología de control de los recursos de la nación y el control social, porque vendría a ser la única forma que le queda para sobrevivir como Estado criminal.

No les ha sido posible o suficiente, estrategias como las aplicadas  por otras naciones que también han tenido regímenes asesinos con su propia gente. Una de ellas la instauración de edificaciones supremas de mega estructuras de ingeniería que incitaban a ese colectivo a soportar la brutalidad del gobierno a cuenta de esa especie de “desarrollismo”; aquí se robaron toda la plata y no funcionó. La segunda estrategia, fue la de asociarse con aliados ideológicos que le suministrarían armas, logística, financiamiento, entre otras cosas.; pero resultó geográficamente muy cuesta arriba y además arriesgarse a sanciones que no los dejaría actuar como un territorio de ultramar.

En Venezuela tuvieron que llegar a la tercera estrategia: la de la violencia;  en el ejercicio de las funciones del Estado, el control social a  través de la distribución de hambre, necesidad y miseria; mediados por la dependencia de un “carnet de la patria” como “política” vejatoria de la dignidad humana. Por las razones que fueran se consolidó esta tercera vía, la del holocausto, el genocidio; es decir, la eliminación de la población adversa al régimen o la que combate su estructura; así también la eliminación de la población que no es propensa a sus planes y los que conforman la diáspora, para hacer creer con vínculos propagandísticos, que los servicios públicos son suficientes en el país.

Las personas en todas partes se refieren a los jerarcas del régimen, con todo tipo de calificativos para describir su estado apestado de alma, piel y vestido; tal cual como una carne que se descompone. Valdría la pena preguntarle a estos apestados y descompuestos, si se han puesto a imaginar a un niño de año y medio agonizando a causa del grado de desnutrición, también la gente que delira de dolores sin acceso a un analgésico. Que sentirán los apestados de las personas que prefieren soportar en su casa los síntomas por Covid-19, antes de ser diagnosticados positivo y llevados a verdaderos campos de concentración y muerte.

Ellos saben que todo esto no es casualidad, es una “política” de exterminio, de esclavitud que de forma continuada han pretendido hacerla cotidiana y normal, creen ellos que se harán dueños del país. Muy llana respuesta a los de carne apestada, el bien y la justicia vencerán.

@abrahamsequeda