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Estamos viviendo una catástrofe humanitaria: se perdió el estado de Derecho, el sentido de pertenencia de quienes dicen «gobernar», estamos bajo un régimen criminal, usurpador y forajido. Es una lucha del bien contra el mal, donde los justos son perseguidos y los criminales están uniformados.

Tienen más de una década afianzando sus raíces criminales, donde han utilizado el poder para doblegar y arrodillar al pueblo que ha sido inquebrantable en su historia; donde millones de venezolanos están en el exilio, en la angustia de volver a una tierra libre y próspera, con oportunidades y seguridad que brindarle a sus hijos.

Debemos seguir en esta lucha, sin detenernos; debemos innovar las opciones, hablar con la verdad -siempre- aunque esta duela. La realidad hay que mostrarla, no maquillarla; la verdad no tiene dos versiones y el ciudadano poco a poco despertará de la mentira y el secuestro ideológico en el que los han sido sometido.

En el Municipio San Francisco – estado Zulia, nació la represión de la dictadura, la cual hoy se convirtió en un Estado criminal.

Los habitantes del municipio sureño se sienten secuestrados. Hoy, quien inició las violaciones de los derechos humanos en el Municipio, se encuentra asumiendo el cargo de «Gobernador» del Estado Zulia, él se siente dueño de San Francisco; el Zulia -dice él- es su territorio, pero este municipio es su residencia, intocable, silenciosa, sometida en el miedo; donde debe aparentar una paz y control absoluto; donde protestar pacíficamente es un delito, no hay unidades de seguridad que atienda una situación de emergencia pero para las protestas es algo inmediato, prácticamente por cada 3 personas llega una camioneta del régimen Municipal, armado diluyendo a la fuerza a quienes quieren expresarse.

Gran cantidad de habitantes tienen secuelas de lesiones causadas por los colectivos de este régimen criminal. Es más allá de lo que tenemos a nivel nacional, acá los delincuentes están uniformados y armados; están entrenando en una plaza pública, la han tomado como una academia, y en plena luz del día a jóvenes, donde solo les dan técnicas de defensa personal y han llegado al extremo de explicarle cómo tomar el armamento y apuntar -en plena luz del día- con transeúntes, que incluyen niños presenciando dicho acto que de forma irresponsable hacen. Acá estamos claros que es una manera de amedrentar y advertir a los ciudadanos. Esto nadie me lo cuenta, lo veo yo misma, llenándome de indignación e impotencia, solo que materializo ese sentimiento en razones para seguir esta lucha que parece no terminar.

Los comerciantes viven una permanente extorción: son visitados por esas fuerzas criminales solicitándoles colaboraciones en productos, ¡Y cuidado les encuentran gasolina para las plantas eléctricas! En ese caso, la visita puede terminar en mínimo de 50 a 100 dólares. Es un territorio donde tu libertad tiene precio, muchos comerciantes trabajan solo para sustentar el día a día y mantener el negocio abierto con la esperanza de que pronto esta pesadilla termine, porque no les genera ingresos para mejorar la calidad de vida y mucho menos para «ahorrar», esa palabra quedó extinta en el país.

Los ciudadanos manifiestan “Antes uno iba en una calle oscura y cuando veía a una patrulla policial le daba gracias a Dios, pero si veía que venían varias personas caminando se escondían. Pero ahora es todo lo contrario, le tememos a la policía porque puede hacer mucho más daño que un ladrón” me lo manifestó personalmente un ciudadano, y eso es real, no sabes a qué magnitud puede llegar.

Pescadores del municipio son visitados con mucha frecuencia de la misma manera: hay playas privilegiadas por ser complacientes y otras azotadas por no serlo, puesto que no cuentan con recursos suficientes para pagar una mensualidad fija, la cual pagaría su tranquilidad. Son personas muy humildes, que en buenos tiempos tenían la capacidad de hacer donaciones a la comunidad para comer; son personas nobles, luchadoras que noche a noche exponen sus vidas en el lago para llevar sustento a sus hogares. Cuando esas fuerzas criminales los visitan, se llevan la memoria de las cámaras y se las devuelven después que borran el materia donde se visualiza su presencia y sus fechorías.

Cuentan: “No nos venden gasolina, cuando mucho nos cambian por una cantidad de pescados que supera el valor, además es ligada con otros aditivos que han dañado los motores y la gran mayoría de las veces regresan remando”. Otros han improvisado una especie de veleros, se exponen a los criminales piratas en el lago, apadrinados por la guardia costera, esos piratas con el fin de robarse sus motores y lanchas, han asesinado, arrojado en medio del lago a compañeros que terminan ahogándose; las redes muchas veces se pierden entre los derrames de petróleo, los pozos -que antes tenían sus torres iluminadas- ya no tienen luz ni torres, por tanto los balancines quedan sumergidos , convirtiéndose en trampas donde han chocado lanchas porque no las ven. Cuentan que sobre los chorros de petróleos que salen a presión del lago, playas donde no se puede desembarcar por el intenso espesor de petróleo en la orilla, cuentan sobre una ebullición muy grande de gas que levanta el agua tal como una olla de presión -o algo así- pero es muy alto como levanta el agua.

«Vivir trabajando solo para comer, no es vida»: Todos los ciudadanos coinciden con esta frase. Quien no tenga ayuda desde el extranjero o hace actividades adicionales comerciales, literalmente muere de hambre. La calidad de vida, al igual que la esperanza, se han deteriorado. Quedamos pocos muy claros que esta es otra forma de morir y es mejor hacerlo luchando y no entregados.

Las pocas empresas distribuidoras de alimentos o cualquier rubro, al pasar por las alcabalas -que inventaron de seguridad ciudadana- solo son la parada del chantaje, por orden de mayores, los mandan a estacionar para pedirle cualquier cantidad de papeles -que claro estamos, desde que comenzó la pandemia, el 16 de marzo están cerradas las instancias públicas- por lo cual algo tendrán vencido (pero hay que trabajar). Los revisan y solo basta dejarle algo de mercancía para continuar su jornada.

Así también sucede con los plataneros, les bajan cestas y siguen; los campesinos que llegan de los andes manifiestan “Nuestras ferias de verduras siempre han sido la alternativa económica en las ciudades, por ser directo del campo a los ciudadanos, pero con la problemática de la gasolina, y las descargas de mercancía en las vías por las fuerzas de seguridad, no permiten que esta llegue al precio planeado y el ahorro ahora no es la gran diferencia, solo la calidad y frescura del producto”.

La salud de los ciudadanos se ha visto comprometida, aparte de la crisis hospitalaria, aumentaron considerablemente los casos de hipertensión, esto debe ser por la impotencia, la inestabilidad económica y social. Los enfermos de hipertensión no toman el que le recetan por su condición, toman lo que encuentran más parecido, más económico o el que les regalen.

Quienes salimos a las calles, de alguna manera, encendemos la llama de la esperanza en las comunidades aunque -por miedo no se sumen- lo sienten y lo expresan. En el Zulia abrieron el «mercado las pulgas» muy concurrido por ser un mercado mayorista y minorista, este se presta para indefinidos sistemas comerciales. Sus condiciones de salubridad y limpieza dejan mucho que desear, focos infecciosos de otras especies, pero las iglesias y los colegios tienen sus puertas cerradas. Concluyo que Dios y la inteligencia son el peor enemigo del régimen forajido.

Johanna López (@johabeatriz)

Coordinadora Municipal de Vente San Francisco.