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Desde un ente desconocido y sin validez nacional ni internacional, como resultó la creada por ellos (y para los demás inexistente) frustrada Asamblea Constituyente (recordemos que no pudo tener un nuevo proyecto de Constitución que le hubiera dado valor acaso a su nulo proceder), el usurpador, en cadena de radio y televisión entregó su proyecto de ley contra el bloqueo. Me concentraré en dos o tres aspectos meramente discursivos, ya que la ley es incógnita.

La voz, cortada por una respiración trunca, del usurpador mayor, buscaba dos objetivos primordiales:

– Calmar a la gente en su natural desespero por el hambre y la falla de todos los servicios.

– Alentar, por «amor» a la revolución, a Chávez y al socialismo Siglo XXI, a la esperanza de que con ese legajo de papeles, que ignoramos de plano si contienen algo escrito, podremos salir del atolladero a donde estos sátrapas nos han detenido a la fuerza, porque no les queda otra alternativa para sustentarse en el colgarejo de poder que los ata, aún suspensos por no terminar de soltarse y definitivamente caer.

Las protestas, por hambre y bajos sueldos, por la ausencia de servicios elementales: agua, electricidad, gasolina, gas, transporte, salud; copan la escena nacional y el balbuceo temeroso de la cadena dice mucho como respuesta al respecto. El «amor» lo descarto. Sigo la conseja popular que señala que con hambre ni llega ni dura. Pero en algún recóndito lugar político, guiados por sus asesores cubanos, creen en el régimen que esas apelaciones sentimentales sostendrán algo de la querencia antigua por la «benefactora» revolución.

El otro aspecto fundamental de la cadena en la entelequia de Asamblea Constituyente, sin ánimo constitucional, radica en la propaganda para dar sustento a las elecciones enflaquecidas de diciembre. Otro de los objetivos centrales de la alocución. Buscar convencernos de la solidez de esos comicios despreciados dentro y fuera. Se quedan sin argumento alguno para defenderlas. Sin apoyo de la Unión Europea, del Grupo de Lima, de la OEA, de los EEUU, esas elecciones carecen de aliciente político y servirán tal vez, si finalmente se efectúan, para deslegitimar más al deslegitimado régimen moribundo.

La cadena de radio y televisión, no sólo por la voz ahogada del usurpador mayor, dio cuenta fehaciente acerca de un régimen derrotado política, económica y moralmente. La chapuza que queda no es para arrendar ganancias.