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(La Asunción. 30/09/2020) En 2005 dos estudios de diferentes orígenes y visiones políticas concluían que el optimismo por la región de diferentes gobiernos, era demasiado optimista y alejada de la realidad. Afirmaban lo irrelevante que sería la figura de América Latina ante el progreso mundial. Un estudio perteneciente al Consejo Nacional de Inteligencia (NIC por sus siglas en inglés) perteneciente a la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de Estados Unidos, y el otro estudio de uno de los principales expertos en América Latina del Parlamento Europeo, el socialista Rolf Linkohr, llegaron a la conclusión que cada vez más la región se hunde en el atraso y el subdesarrollo.

Linkoohr afirmaba «la influencia de América Latina en el acontecer mundial está decreciendo. La participación de la región en el comercio y la economía mundiales es pequeña, y cada vez menor, a medida que crecen las economías de Asia». Es sorprendente que a pesar de todos los cambios que han ocurrido en el mundo, poco ha cambiado en este panorama algo deprimente del continente.

Aunque existe una calma relativa en América Latina en el presente (2005), la situación podría deteriorarse en el futuro. Fíjense que no hace alusión al caso venezolano en el momento, porque como país petrolero era  absurdo llegara a convertirse en un país arruinado e hiperparalizado. El estudio del NIC y las demás agencias de inteligencia de Estados Unidos, concluían en un breve informe de 119 páginas que contenía los pronósticos de los «futurólogos» del mundo académico, empresarial y gubernamental norteamericano de cómo será el mundo en el 2020.

«El Paisaje Global en 2020», fue su nombre. Allí el CNI pintaba un mapa político económico del mundo para finales de la segunda década del siglo XXI, en donde América Latina no figuraba para nada. Quizás esto sirva para entender la indiferencia y lentitud del Departamento de Estado de los Estados Unidos en rechazar una intervención en donde la recuperación del costo de la misma sea a muy largo plazo o muy poco recuperable.

Estamos en el momento que podremos comprobar para nuestra felicidad o nuestra desgracia, si esos estudios y opiniones estaban en la realidad o en la fantasia. Debemos movernos al éxito porque sin todos y cada uno de nosotros participando en el rescate de la nación, esto durará 60 o más años para desgracia de nuestros descendientes. El NIC pronosticó el mundo del 2020 será muy diferente al de 2005. Estados Unidos continuará siendo la primera potencia, pero con menos poder que en ese año del pronóstico. La globalización económica seguirá su curso. La economía mundial seguirá creciendo significativamente y el ingreso per cápita mundial será un 50% mayor que el actual, pero el mundo será menos «americanizado» y más «asiático». De hecho ya China es la segunda potencia mundial, seguida de cerca por la India y Europa.

Las corporaciones multinacionales, en su afán por conquistar los inmensos mercados vírgenes de India y China, cuyas poblaciones suman casi la mitad de la población mundial, cambiaran sus culturas corporativas produciendo bienes de consumo que satisfagan los gustos y preferencias de la creciente clase media asiática.

Chávez y Maduro eliminaron la clase media por ser la que desarrolla la economía de cualquier país. Su resentimiento social, envidia y complejo de inferioridad nos llevaron al caos actual, además de sentirse muy superiores ahora y felices de tan absurda venganza por un sistema que les dio, al primero estudios militares, y empleo, nivel de vida y chance de escalar socialmente al segundo.

El NIC pronosticó algo muy interesante y preocupante para mi personalmente: La política mundial tendrá que ver menos con ideologías y cada vez más con identidades religiosas y étnicas. El Islam seguirá creciendo en todo el mundo, aglutinando a diferentes países y culturas, y quizás, creando una entidad central multinacional. Podría surgir un califato que abarcaría gran parte de África, Medio Oriente y Asia Central. Y en Asia podría surgir un «Modelo Chino» de Democracia que permitiría elecciones libres para funcionarios locales y miembros de un organismo consultivo a nivel nacional, mientras que un Partido Único mantendría el control sobre el gobierno central. Esto es economía capitalista con política comunista.

América Latina la resume el NIC en un pequeño cuadro, sin la mayor importancia, se refiere sin embargo a Brasil como país factible de salir adelante y convertirse en muy importante para la región y a Chile como un oasis de progreso. Su visión para la región es lúgubre, ve un continente dividido entre los países del norte (México y Centroamérica), atados a la economía de Estados Unidos, y los del sur más atados a Asia y Europa. Ven una división entre países que impiden asociaciones económicas fuertes para competir internacionalmente, divisiones internas ineficiencia de sus gobiernos (si continúa la tiranía), criminalidad, narcotráfico, corrupción y el creciente peligro de que surjan nuevos líderes carismáticos populistas, históricamente comunes en la región, que explotarían en beneficio personal, la preocupación de la sociedad por «la brecha entre ricos y pobres», para consolidar y mantener regímenes autoritarios. Somos el modelo ideal, lamentable y tristemente, continuará.

Humberto Corradi G.