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Dado a las adversidades que hoy estamos viviendo y ante los aconteceres de la que somos testigos los venezolanos es totalmente ilógico y descabellado que existan conciudadanos que justifiquen al «pacifismo» bajo la teoría de la «no violencia» cómo un medio para salir de quienes causaron deliberadamente esta terrible situación y que actualmente atravesamos.

 

Utilizar argumentos vacíos como falsos diálogos o defender ferreamente un fraude electoral que carece de respaldo y por supuesto de legitimidad, representa el desconocimiento que se tiene del contexto actual de nuestro país, y francamente debo comendar que, aunque respeto el derecho innato de los demás para expresar este tipo de opiniones, no las comparto y mucho menos respeto la opinión en sí, ¿Por qué? La razón es sumamente sencilla, nuestro país no está «gobernado» por simples políticos que poseen una ideología distinta a la que tiene gran parte de nuestra nación, no señores, en Venezuela y que quede claro esto, nos estamos enfrentado a una banda delictiva inteligentemente organizada, y que durante cada día, controlan el poder para materializar distintas vías que buscan llevar nuestra conciencia a las oscuras aguas del sufrimiento y por supuesto debilitar ese espíritu de fortaleza que caracteriza a cada ciudadano venezolano.

 

Es plenamente evidente la violación hacía los derechos humanos que durante las últimas 2 décadas ha sufrido la sociedad venezolana, violaciones que han dejado huellas imborrables dentro de nuestras memorias, violaciones que se han ido desarrollando de la mano del absolutismo y del totalitarismo creado por quienes manejan el poder a su completo antojo, pero cuando hablamos de este tipo de trasgresiones, su conceptualización va más allá del uso desmedido de la violencia en contra de quienes nos oponemos categóricamente a este «sistema delictivo», va mucho más allá de la persecución hacía jóvenes estudiantes, o del encarcelamiento y amenazas en contra de líderes políticos, líderes gremiales o líderes dentro de la sociedad civil venezolana, cuando hablo que más allá de la definición a través de lo antes mencionado, me refiero a la extorsión, al robo, a las amenazas recurrentes y en última instancia a la detención forzosa de ciudadanos emprendedores que decidieron quedarse para luchar y defender lo que con tanto esfuerzo y dedicación han cosechado y que desgraciadamente son presas de un modus operandi maquiavélico y despiadado llevado a cabo en todo el territorio nacional por aquellos quienes, en teoría, su misión primordial debe ser cuidarnos y protegernos de la maldad, sí, hablo de esos supuestos cuerpos de «seguridad» que por protección a mi integridad personal no voy a nombrar.

 

Esta es una situación que poco se conoce en nuestro país, pero forma parte de una historia real de una familia venezolana inmersa en la ansiedad y depresión que ataca de forma brutal, impotentes al no poder expresar lo que padecen ante la injusticia creada por la nula empatía de un sistema de «justicia» corrupto, ciego y cochino que solo otorga privilegios para unos pocos. Este es relato de una joven venezolana, de una apreciada amiga, obligada a salir de su tierra años atrás gracias a la peor crisis generada por una mafia criminal causante de la diáspora más grande en la historia de nuestra región. Las gotas de esa madrugada lluviosa de septiembre fueron testigos del desaliento y la desesperación presentes en su voz, consecuencia de la notable impotencia por lo que está sufriendo su padre, este sin dudas es un ejemplo la situación precaria de muchos ciudadanos, cuyas voces han sido silenciadas por la atrocidad del día a día en nuestro país.

 

Es necesario jamás perder la fe, mantenernos fuertes y unidos, demostrar valentía, coraje y fortaleza ante estás complejidades, solo logrando nuestra libertad podremos revertir los daños de las infamias causados por este Estado criminal.