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Para nadie es un secreto la debacle económica por la que nuestro país está atravesando, veinte años de saqueos indiscriminados de nuestros recursos naturales, implantación coercitiva de programas comunistas inspirados por el tirano de la isla, imposición de leyes rechazadas, con la única intención de destruir nuestra economía, eliminar la propiedad privada y la independencia económica laboral, acabar con la producción nacional, apropiarse de los distintos factores de producción, demoler la meritocracia, la eficiencia y menoscabar las bases de la libertad, la justicia y la soberanía. Incluso, nos quedamos sin cono monetario, todo debidamente planificado por los más acérrimos enemigos de la patria, en contra de un pueblo que clama por su voto secuestrado, una nación que sueña y se despierta pensando en su democracia, en la autonomía de sus poderes públicos, la reactivación del Estado de Derecho y el mejoramiento de su calidad de vida.

¿Cuáles fueron las medidas adoptadas por el actual régimen comunista, para destruir nuestra gran capacidad de producción, devastar el crecimiento económico y pulverizar nuestro desarrollo personal (calidad de vida)? Ya no existe salario, porque con lo que recibe un trabajador a tiempo completo, no satisface sus necesidades básicas, según el derecho establecido en la Constitución nacional.

Artículo 91: Un salario que cubra las necesidades de la familia y que nos permita vivir con dignidad.

Nuestra economía colapsó, fue estrangulada, premeditada y dolosamente, con alevosía, en concierto delictivo con otras personas, países y grupos irregulares de distintas nacionalidades, lo que hace necesario una disección en las políticas comunistas, aplicadas en estos últimos 20 años  y determinar la causa de su muerte, para no repetir nunca más los errores del pasado.

Primero: Encontramos a un Estado con excesiva invasión, restricción y regulación, de los distintos factores de producción, para luego incursionar como empresario, capitalismo de estado, estatizando cuanta empresa o medio de producción sana pudiera encontrar, sin importar si era hacienda, banco, cementera o  industria láctea, apropiación indebida, sin sentencia previa sobre la utilidad pública, ni pago oportuno (no se llame -expropiación-), llevándolas todas a un inevitable quiebra, debido a una excesiva burocracia, cuyo personal contratado obedece más a un carnet político o compromiso partidista, que a sus capacidades laborales.

Luego hallamos, la expulsión de la inversión extranjera, derogando las garantías económicas, libertades de la propiedad privada, privándonos de financiamiento para las empresas que sobrevivieron al primer embate, alejándonos de la transferencia de tecnología, impidiendo que nuestro obreros capacitados recibiera formación para convertirnos en personal calificados, preparándonos para asumir nuevos retos de innovación, superación y competitividad.

Más internamente, se observan la contratación excesiva de personal, al mejor estilo de CAP (74/79), siendo la característica más visible de los gobiernos populistas, lo que estimula la burocracia y la recesión económica, mermando el crecimiento económico, ya que no son cargos productivos, sino por el contario, son contratados como ayudantes del ayudante del ayudante.

El control de precios, se aprecia a simple vista, lo que ha sido el detonante de la inflación, cuya implementación en varias oportunidades conllevó a posponer por un tiempo el problema inflacionario, pero  lejos,  muy lejos de resolverlo,  conociendo las consecuencias producidas por el estallido de este fenómeno, el cual se desbordó de cualquier cálculo o estimación económica y repercutió negativamente en un estancamiento general de la economía, desestimulando a los empresarios, quienes se vieron obligados a trasladar sus capitales a otros sectores de la economía no regulados, lo que origina  la escaces  que vivimos y el  desempleo desenfrenado, generándose más inflación, al aumentar considerablemente el precio de los pocos productos que se encuentran.

El divorcio con la realidad social del país, es evidente, crea y obliga a la empresa privada al empleo improductivo, el cual es remunerado pero sin  correspondencia con la productividad de la empresa (por medio de leyes) incrementando los guarismos del dinero circulante, producto de la impresión irresponsable de dinero sin respaldo, sin aval en las reservas del Banco Central, es decir sin valor creíble de riqueza, pero que  presiona sin compasión al alza de los precios.

También contribuyó a la muerte de la economía  Venezolana, un  excesivo gasto público, que lejos de estimular la productividad, lo que generó fue una elevadísima inflación, que para taparla y disimular la vergüenza de sus cifras, nuestra moneda sufrió en varias oportunidades la disminución de los ceros, producto desmesurado de la devaluación.

Por último, pero no menos importante, se encontró una mala política de proteccionismo, ya que este dejó de formar parte del modelo o de políticas de sustitución de importaciones, lo cual  pudo haber sido positivo para el desarrollo de la economía doméstica, pero esta no se  condicionó a la productividad, porque no eran planes  para el desarrollo de un Estado, sino deseos de unos apátridas oportunistas,  a los gobiernos comunistas no les importa la calidad de vida de sus nacionales, ni la productividad, les conviene más la dependencia al estado, la sumisión, la pobreza, la corrupción y la intervención arbitraria en todas las  áreas de la economía y la perpetuidad en el poder. Que no se repitan los errores del pasado.