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De antemano a la presente exposición, quiero delimitar y destacar que el término «corrupción» objeto de este comentario, solo se encuentra relacionado al tema de la denominada «corrupción administrativa», que comprende aquellos hechos de apropiación y aprovechamiento de los bienes y servicios públicos en función o no de cargos públicos, tal como lo determina la vigente ley que establece y sanciona tales hechos en nuestro país.

Dicho lo anterior, se puede destacar que en Venezuela los así llamados «escándalos de corrupción» datan de los últimos 50 años, contándose con un relevante referente en un hecho publicitado como «caso sierra nevada», consistente en una investigación que se le hizo al ex presidente Carlos Andrés Pérez (1974-1979), debido a que este le «obsequia» a la República de Bolivia un barco, como un símbolo de la lucha llevada por vía diplomática por ese país, para que se le reconociera y concediera por los menos una salida al mar.

Es de resaltar, que para ese tiempo Bolivia había hecho ruido buscando apoyo entre países aliados en procura de dicha salida al mar, debido a que como es sabido, Bolivia no cuenta con un frente litoral marítimo como consecuencia de un conflicto guerrerista que sostuvo con la República de Chile en tiempo pretérito (El asunto sigue en mesa de trabajo entre ambos países de manera diplomática). En cuanto al ex presidente Pérez, el asunto fue objeto de un debate político en el seno del extinto Congreso Nacional con la decisión dictada por éste, que consideró no haber mérito para someter a enjuiciamiento al ex mandatario.

La observación que hago colocando como referente el caso Sierra Nevada, no niega ni oculta la realidad venezolana en cuanto a los hechos de corrupción acaecidos desde siempre en el país, sino que por el contrario, en medio de lo negativo del dicho escándalo, destaca lo positivo en cuanto a que solo en la naciente «democracia», por primera vez en la República se permitió debatir públicamente un asunto de tal magnitud. No dudo que hubiese buena voluntad de hacer ejercicio democrático, sin embargo, a tenor de la parábola del sembrador pronunciada por CRISTO, unas semillas cayeron en un lugar no apropiado impidiendo que la iniciativa de hacer democracia prácticamente se perdiera.

En un país republicano donde los recursos públicos son propiedad de la ciudadanía nacional, desde sus orígenes como nación, en Venezuela se ha producido el fenómeno que denota que tales bienes y servicios han sido administrados como una bodega particular por los jerarcas que se han hecho cargo del manejo de las políticas públicas, con el resultado que dicha ciudadanía ha terminado aceptando dicho fenómeno como normal. Esto ha sido así, en periodos dictatoriales como en los denominados democráticos. Aquí destaca que una vez producido el acuerdo político para dar curso a la era democrática (1958 en adelante), en el fondo nada cambió, a saber de la manera como los gobernantes de turno nacionales, regionales y municipales, con algunas excepciones, amasaron fortunas a costa del patrimonio público. Esto también ha sido «normal».

A propósito de lo anterior, es relevante apreciar a modo anecdótico, que tal como ha ocurrido en la generalidad de los casos de corrupción en Venezuela, el asunto se exponía de manera escandalizada ante lo opinión pública, las empresas noticiosas hacían fiesta con aquello, los actores políticos del momento, de cada lado, según sus intereses, figuraban con su ridículo papel vociferando y haciendo alarde de una verborrea insólita, los opinadores de oficio o en cualquier caso tarifados o no hacen algarabía criolla, le echan leña o agua al fuego también a conveniencia, se monta todo un circo mientras que por su parte, la ciudadanía hizo su papel de espectador (eso solo le quedaba) esperando un desenlace que permitiera establecer lo que muchos esperaban: se determine la veracidad de los hechos con objetividad, con la declaratoria de imputación y enjuiciamiento, si fuese el caso o lo contrario, con la declaratoria de no culpabilidad, conforme a los elementos de una investigación seria. Al respecto, ni soñar que esto ocurriría.

Es de observar que, en la mayoría de los casos todo resultó un show mediático donde los señalados resultan airosos y como aparatos repotenciadas, cual fiera mitológica se continuaron presentando al Coliseo político dispuestos a continuar devorando los recursos públicos que encontraron a su paso, acompañados de nuevos aprendices de corruptos que a modo de carroñeros avanzaron dispuestos a «raspar la olla», por decirlo de la manera coloquial que ya es de dominio público comunicacional.

Ahora bien, conforme lo he apuntado, lo anecdótico es solo un referente que nos permite abrir una ventana en un segmento de nuestra trayectoria como nación para de este modo, con el debido rigor, plantearnos si ese fenómeno debe continuar de la manera como se nos ha presentado en el devenir de los siglos, o de una vez por todas se logre una determinación que lleve a darle el tratamiento que muchos saben cuál es y se espera. ESTO TAMBIÉN ES RADICAL.

Asdrubal Romero Silva
Abogado
Secretario político municipal – DEM Barinas
@AsdrubalRomer16