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Llama profusamente la atención la paciencia diplomática mostrada por la Organización de Naciones Unidas (ONU) todos estos años con el caso Venezuela. Lentitud pasmosa la que se percibe cuando uno es doliente diario de esta severa crisis humana. Van lento, Pero: ¿Seguro?
Tan permisivos son que admiten a dos «presidentes» venezolanos. O sea, reconocen oficialmente la dualidad de funciones. Resulta impensable que le hayan abierto las puertas y hayan escuchado en el salón de sesiones al criminal señalado por esa misma institución en un severo y muy reciente informe de una Misión que estudió parte de la violación de los Derechos Humanos en el país. Han debido prohibirle el acceso o lo han debido expulsar. Pero la diplomacia es también resistencia, paciencia, conveniencia.
No creo que nadie haya soportado el discurso de defensa de la autodeterminación de los pueblos, sin indignación al menos. Todos sabedores al detalle de lo que nos ocurre con asesinos, torturadores, violadores, ejecutores de indignantes tratos crueles y degradantes. El rojo no es sólo el color de su partido. Los secuaces, los cómplices, por silentes y agachaditos, desapercibidos, que quieran pasar, deben su buena parte también. Así sean cómplices nada más de jornada farsesca electoral a la que Maduro defendió enfáticamente, buscando una aprobación del mundo que no obtendrá.
No puede invocar el criminal mayor, recordemos que su cabeza tiene precio en metálico, la autodeterminación de los pueblos cuando los delitos cometidos atacan duro la conciencia de la humanidad. Busca defenderse alegando un principio diplomático para enfrentarlo a la sistemática violación de los derechos fundamentales determinados con detalle en el informe de la Misión de la ONU. Habrá que esperar el pronunciamiento de Michelle Bachelet el 29 de este mismo mes. Esperemos no busque ser tan mesurada y «equilibrada».
Las manos choreantes del locutor de ayer no deberán ser olvidadas después de la que seguramente será su última intervención en un evento como este. La ONU no debió permitir nunca esa intervención. Sabe bien de quién se trata. La intervención que debe propiciar es la de los cascos azules para desalojar, cuanto antes, los restos de la «revolución», una vez que en conjunción con los venezolanos hayan dado el paso al frente las fuerzas multinacionales, para extirpar este mal alojado en el corazón de la humanidad, en la conciencia de la humamidad. La ONU debe estar a la altura.
@WilliamAnseumeB