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Haciendo alusión a la novela El Gatopardo, obra de GIUSEPPE TOMASI DI LAMPEDUSA (1896 – 1957) y publicada en 1.958, hay dos personajes de importancia, en tan magistral obra, cuyas conductas o comportamientos, es el objetivo central de este artículo.

Uno de los personajes es DON FABRICIO CORBERA, príncipe de Salina, quien para la Italia de 1.860 era representante de una Aristocracia improductiva, envejecida y parasitaria,  quien al verificar que estaba tomando cuerpo la revolución unificadora de Italia, encabezada por el General Garibaldi, comenzaba a presagiar el posible final de una época de supremacía, de privilegios, de intereses y del poder que representaba su linaje, en otras palabras, presagiaba cambios radicales en su calidad de vida, por lo que se negaba a perder tales  privilegios.

El otro personaje es TANCREDI FALCONERI, sobrino del antes mencionado Don Fabricio y quien, como representante de los nuevos tiempos que se acercaban, debía asegurar la permanencia de su familia profundamente ligada a un sistema tradicional que se derrumbaba. Ante esta situación, en un momento determinado, y mediante un dialogo entre tío y sobrino, el tío le expresa su gran preocupación por los cambios que inexorablemente se producirían, a lo que su sobrino le riposta: “Si queremos que todo siga como está, es preciso que todo cambie”, en otras palabras, Tancredi saca a relucir su oportunismo político, y es consciente de que “todo debe cambiar para que las cosas permanezcan igual”.

De manera clara y coherente, María Corina Machado, desde hace varios años, ha descrito los rasgos criminales del régimen chavista-madurista y militarista (lo que por cierto le ocasionó la pérdida de su investidura como Diputada de la A.N, en el año 2014), rasgos criminales asociados con elementos externos e inocultables como Cuba, Irán, Farc, ELN, Hezbollah, carteles de la droga, que implican pérdida de la soberanía y del territorio, así como utilización de órganos de seguridad del Estado y colectivos paramilitares para reprimir la disidencia, asesinar a manifestantes y a presos políticos, e incluso utilizar a estos últimos como objetos mercantiles de negociación.

Asimismo, atacar a la prensa libre y los periodistas y mantener las relaciones con inversionistas buitres y carroñeros como Rusia, China y Turquía que, aunado a políticas socialistas fracasadas, en lo económico y político, han sumergido a Venezuela en pobreza y miseria extrema, en corrupción, destrucción y quiebra de empresas del sector público (Pdvsa, Empresas básicas, industria eléctrica) y del sector privado (expropiaciones, invasiones); desplazamientos de familias enteras, una inmensa diáspora, la mayor de la historia en latinoamericana, y jamás imaginada; pero igualmente instituciones destruidas, sin Estado de Derecho, violación flagrante de derechos fundamentales, llegando al extremo de la ejecución de delitos de lesa humanidad, certificados y con pruebas notorias, públicas y concluyentes por la Alta Comisionada de las Naciones Unidas.

En otras palabras, Venezuela es, sin duda, un Estado fallido y forajido que representa un gran peligro para el hemisferio y especialmente para nuestros países vecinos, un Estado con pérdida generalizada de la libertad de sus ciudadanos, con un régimen totalitario que secuestró los poderes públicos, incluyendo a la A.N con mayoría opositora, que fue maniatada por el inconstitucional, ilegal y delictual TSJ.

 No obstante lo anterior, un grupo de diputados de los llamados partidos del G4, y de una supuesta “mesita de negociadores de oficio”, así como supuestos representantes de ciertos partidos, que salen a la palestra pública solo en zafras electoralistas, pero que les representa muchos beneficios, abstrayéndose de la realidad descrita y prevalidos de la infeliz frase “el asunto es político, no jurídico”, han acordado someterse a un ilegal e inconstitucional proceso electoral, impuesto y muy bien negociado por el régimen, asumiendo, estos personajes, justamente la conducta de Tancredi Falconeri de “vamos a participar para hacerle ver a los ciudadanos incautos de siempre, que todo cambiará, pero nuestros intereses, nuestros negocios y los intereses y negocios del régimen no cambiarán”, es decir, el Statu quo (estado actual), no se modificará.

Ha quedado muy claro quiénes representan el papel de Don FABRICIO CORBERA (LA TIRANIA) y quiénes representan el papel de TANCREDI FALCONERI (LOS COHABITADORES Y NEGOCIADORES DE SIEMPRE).

Venezuela y los venezolanos no podemos perder más tiempo, es imprescindible, es ahora, que el presidente interino Juan Guaidó y la Asamblea Nacional procedan a retomar la ruta de la fuerza creíble, de solicitar la aplicación del Artículo 187.11; que sus representantes diplomáticos procedan a ejecutar el cumplimiento sistemático del procedimiento normativo del TIAR, cuyos supuestos jurídicos de los supuestos de hechos de sus normas se han cumplido uno a uno, lo que amerita la efectiva aplicación de sus consecuencias jurídicas, así como la aplicación de la Resolución del Principio de  Responsabilidad de Proteger (R2P) de la ONU, en otras palabras, la intervención temporal (no invasión), de una Coalición multifacética militar humanitaria, para la defensa de los ciudadanos venezolanos, y la aplicación sistemática de  la Operación de Paz y Estabilización (OPE), tal y como se le ha presentado al país y a la  comunidad internacional, pero que igualmente implica que los ciudadanos, que somos mayoría, y que deseamos un cambio de 180 grados, tanto del perverso y fracasado sistema político, como del no menos fracasado sistema económico, en más de 60 años, nos unamos, nos organicemos como fuerza moral interna, y entender que este es el momento de iniciar, con firmeza, con determinación, con ética, la transformación del país que ansiamos, que deseamos, la Venezuela Tierra de Gracia, la Venezuela Democrática y Liberal.

Muera la Tiranía, Viva la Libertad.