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Después de insistir en una campaña de erradicación de Fiebre Aftosa en la que se han gastado miles de millones de dólares, con la finalidad de obtener una certificación de la “Organización Mundial de Sanidad Animal” (OIE) para poder exportar la carne y el ganado venezolano de manera legal, viene el régimen y, haciendo trampa, decreta, de manera ficticia, que Venezuela es libre de esta enfermedad  y realiza el sueño que hemos querido alcanzar desde hace 70 años.

La reciente negociación de venta de ganado venezolano a la República de Irak, nos invita a reflexionar sobre la fragilidad de los sistemas de control tanto sanitarios como comerciales que se aplican en el comercio internacional. No se entiende cómo un país que concentra gran parte de las miradas mundiales logra burlar toda una normativa para concretar una venta que todavía no está del todo clara.

El Ministro de Agricultura del régimen usurpador, entre las cosas que dijo a través de los medios de comunicación, manifestó que ese embarque de ganado cumplió con todos los requisitos sanitarios exigidos por la OIE, especialmente los relacionados a Fiebre Aftosa, Brucelosis y Tuberculosis. Dijo que Venezuela fue decretado país libre de aftosa y que desde el año 2013 no se presenta ningún caso.

No es extraño que un régimen acostumbrado a mentir lo haga en el tema de la aftosa, pero no se entiende por qué, quienes deben velar por la salud animal y humana a nivel mundial, prefieren mirar para un lado y aceptar como cierto algo que saben que no lo es.

Los ganaderos y los técnicos venezolanos saben que la campaña de erradicación de aftosa se encuentra interrumpida desde hace aproximadamente 6 ciclos (3 años), ya que debido a la escasez de vacuna, la cobertura de vacunación no ha logrado sobrepasar el 30% del rebaño (la OIE exige una cobertura de vacunación de más del 95 %). Por otro lado, ¿qué garantía puede ofrecer un país al que, desde el 8 de septiembre de 2017, le fue retirada la validación del programa oficial de control de la fiebre aftosa que otorga la Asamblea Mundial de Delegados de la OIE, por no cumplir con el programa de control de esta enfermedad establecidos en el Código Sanitario para los Animales Terrestres (Código Terrestre)?

La realidad es que Venezuela NO es un país libre de aftosa “con vacunación”, y seguirá siendo la Fiebre Aftosa una de las principales limitantes para que nuestros animales y subproductos de origen animal puedan acceder al comercio internacional. La negociación con Irak se logra, ya que este país decidió recibir los animales a sabiendas que no cumplen con los requisitos que exige la OIE. A fin de cuentas, Irak también se encuentra fuera del programa oficial de control de la fiebre aftosa de este organismo.

Otra de las mentiras manifestadas públicamente es cuando el Ministro del régimen dice, con el pecho inflado, que Venezuela tenía 120 años sin realizar exportaciones de ganado, siendo las últimas dos envíos a la República de Cuba. Basta con revisar los anuarios y las cifras del Ministerio de Agricultura y Cría, para comprobar que Venezuela realizó exportaciones de carne en los años 1990, 1991, 1994 y 1996, años en los que teníamos el cuarto rebaño bovino de Suramérica, muy lejos del sexto lugar que ocupamos en la actualidad, gracias a la destrucción del aparato productivo debido a la política de expropiaciones y confiscaciones implantada por el régimen chavista.

La República de Irak es un país importador de carne y animales en pie, debido a que posee una ganadería pequeña de 3 millones 500 mil animales, con una población que ya sobrepasa los 40 millones de habitantes. Varios países, más cercanos geográficamente, le suministran ganado, pero ellos han decidido comprar en Suramérica. A Colombia ya le han comprado en tres oportunidades un total de 58.500 animales, negociados a un precio promedio de 545 US$ por animal. Ahora se deciden por Venezuela, tal vez porque tenemos los animales más baratos del mundo, pues los animales venezolanos fueron pagados a 382 US$ en promedio.

Esta venta puede ayudar a aflojar un poco la oferta existente en el mercado venezolano, constreñido por la crisis y el bajo poder adquisitivo de la población, siendo una especie de solución  transitoria; pero es algo que no debe generar optimismo ni expectativas ya que no puede ser sostenida en el tiempo, pues el rebaño nacional no tiene capacidad para soportar una exportación. Cada embarque similar a ése representa el consumo de una semana de carne en nuestro país.

Si la historia hubiese sido otra y hatos como El Porvenir, La Marqueseña, El Charcote, El Cedral, El Frío, Callejas, así como los cientos de hatos y fincas confiscadas por el régimen destructivo no hubieran sido intervenidos, el sector ganadero venezolano tendría una capacidad de exportación similar a la de Colombia. Lamentablemente, se atravesó Hugo Chávez y dio al traste con todo.