Skip to main content
immediate bitwave Library z-library project books on singlelogin official

Es indudable que Venezuela ha tenido un atraso significativo los últimos 20 años en su producción agrícola, la cual se ha visto profundamente afectada, llegando a su casi total destrucción. Nuestra legislación y prácticas agrarias son ya cosa del pasado, nos hemos quedado atrás en la eficiencia y en el manejo de los recursos disponibles, en la productividad y competitividad del sector.

Por ejemplo, en nuestras fincas es común llevar un animal bovino a su punto óptimo comercial en cuanto a peso para sacrificio en no menos de 36 meses, cuando en países con técnicas de ganadería moderna, como en el caso de Uruguay o Colombia, es como máximo en 24 meses con engorde de corral o “feedlot”. Nuestros rendimientos en maíz, en los mejores casos, son 3.000 Kg/Ha, cuando en países con nuevas tecnologías se alcanzan rendimientos entre los 8.000 y 12.000 Kg/Ha.

Las prácticas agrícolas están migrando al uso de drones para el control y combate de plagas y enfermedades, la monta tradicional casi está en vías de extinción, siendo sustituida por mejoramiento genético con fertilización in vitro, transplante de embriones, etc, pero lo mas terrible aún es cómo llegamos a esta situación, en la que el campo venezolano está totalmente destruido y no ha desaparecido por la valentía, constancia y dedicación de nuestros productores.

Es necesario recordar que en el modelo comunista uno de sus axiomas es la “no existencia de la propiedad privada sobre los medios de producción”. ¿Cuáles son los medios de producción? Tierra, trabajo y capital, entonces cuando Hugo Chávez llega al poder, para imponer su modelo comunista, o para llamarlo en su léxico “socialismo del siglo XXI”, una de las primeras medidas  que toma es reformar la legislación agraria con la conocida Ley de Tierras y ¿por qué?, pues sencillamente porque era lo mas fácil de hacer, la mayoría de las tierras estaban en manos del Estado y las que no estaban, para poder demostrar su legítima propiedad, la legislación coloca trabas de índole jurídico casi que imposibles de cumplir, o como dirían los abogados “leoninas”.

La Ley de Tierras desaparece la propiedad privada de la tierra. Con el factor trabajo, ocurre lo mismo, la ley fue adaptada a un régimen socialista de un solo plumazo con una Asamblea Nacional totalmente “roja” en su momento, fue adecuada a un sistema socialista con la levantada de un brazo de los entonces diputados que formaban parte de la bancada oficialist. Luego le tocaba el turno al capital y allí empezaron los conflictos, sencillamente porque se empezaron a tocar intereses internacionales, los bancos que financiaban el ciclo de siembra norte-verano empezaron a desconfiar en el retorno del capital a la hora de otorgar los créditos al sector agrícola, se da la nacionalización del Banco de Venezuela, que en su momento era uno de los líderes en financiamiento agropecuario y tenía convenios de financiamiento con grandes corporaciones agroindustriales; expropiaciones de los grandes hatos productores de carne y fincas productoras de oleaginosas, cereales, etc; expropiación de las grandes cadenas de comercialización y venta de insumos agrícolas; hechos de corrupción en instituciones estadales como el INTI, FONDAFA. Al final, el gran perdedor fue el productor agropecuario y como consecuencia de ello, el consumidor venezolano.

Un modelo de gobernabilidad liberal debe propender hacia el desarrollo y modernización de la economía agrícola como único medio que garantiza la seguridad alimentaria de los ciudadanos y lo primero es establecer el marco jurídico que establezca y garantice la propiedad privada de la tierra, donde cada campesino, cada productor pueda ir a negociar libremente con un ente financiero el establecimiento de condiciones crediticias con sus propiedades como medio colateral y así obtener el recurso financiero para desarrollar su unidad de producción.

Se deben mejorar nuestros campos con técnicas de siembra y manejo de rebaños modernos, pero también adaptados a nuestras condiciones edafológicas y climáticas, obtención de sistemas de riego y maquinaria agrícola de última generación, estimular en nuestros liceos y universidades la investigación agrícola como medio de innovación y desarrollo del sector agrícola, estimular una política arancelaria que garantice la competitividad de nuestros productores en los mercados internacionales, establecer incentivos fiscales que motiven al productor venezolano a no migrar hacia otras actividades de la economía, sino invertir en ella; ejecutar un plan de construcción y modernización de las vías de penetración agrícola, desarrollar un plan de transporte ferroviario hacia los grandes centros de consumo del centro del país y a los puertos y aeropuertos. En general, se deben establecer políticas que generen pasar de una agricultura de subsistencia familiar a una agricultura empresarial.

En fin, la suma del ingreso real per cápita individual trae como resultado el beneficio y la riqueza de toda de una nación, la humanidad avanza y no nos va a esperar, si no modernizamos y desarrollamos nuestro sector primario, estamos condenados a desaparecer como nación.