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Por mucho tiempo al venezolano se le ha venido convenciendo de una gran mentira que se le ha repetido una y mil veces hasta lograr convencerlo. Hoy ocupa el pensamiento de algunos y ha dado lugar a convencimientos que muchas veces en conversaciones corrientes se atreven a comentar: “Los Estados Unidos de Norteamérica nos tienen mal con esos de las sanciones”, al punto que el discurso convincente se ha convertido en justificativo y argumento para entender cómo nuestro país transita de mal en peor. Es justificar lo injustificable.

No podemos olvidar que hay un antes y un después en toda esta destrucción del país que hoy mantiene la tiranía, aparte del secuestro al que hemos sido sometidos como nación, 21 años consecutivos de corrupción, tiranía, saqueo, pillaje, narcotráfico, entre otras devastaciones. Venezuela, país de gran prosperidad, productor y exportador de diversos rubros, hoy pidiendo a gritos una reingeniería y que se acabe ya esta pesadilla.

Nuestras relaciones con el resto de América Latina eran prósperas, de gran fuerza y resultados reconocidos. Por ejemplo, con Colombia, la relación comercial que manteníamos nos otorgaba un gran beneficio de casi unos 7mil millones de dólares al año; le vendíamos petróleo, no obstante, éramos productores de cabilla, acero, sin menoscabo de la cantidad de alimentos que le abastecíamos, y todo esto favorable a nuestro país. Cabe indicar que el deterioro marcado y progresivo de esta relación no llegó por culpa de las sanciones de los Estados Unidos, sería una insensatez pensarlo y admitirlo.

Por otra parte, Venezuela fue un país productor de carbón, rubro que le dio el prestigio de mantener relaciones comerciales con China y Europa por ser uno de los mejores exportadores de este mineral, sin desdecir, como país productor y exportador también de alimentos como tomates, guayabas, arroz, leche, queso. El estado Zulia fue pionero y uno de los más poderosos, pero esto no desapareció por las llamadas sanciones.

Ahora bien, en cuanto a la gasolina, no podemos olvidar tampoco que Venezuela disponía de grandes complejos refinadores catalogados entre los mejores en el mundo, el Complejo Refinador de Paraguaná (estado Falcón), por ejemplo, hoy extinto por su inutilidad, o la Refinería El Palito, donde se producía gasolina para cubrir la demanda interna del país y sobraba para exportar, pero hoy en día, por su paralización, no tenemos gasolina y debemos comprarla a los iraníes. Lamentablemente, NO HAY refinerías funcionando, sus estructuras y complejos han estado abandonados, sin mantenimiento oportuno y sin personal debidamente experimentado. ¿A esto cómo le llamamos: incapacidad o sanciones?

Es fácil convencer a un pueblo a través de una neolengua diciendo que son las sanciones de los Estados Unidos lo que mantiene a un país inoperante y abandonado en sus estructuras, cuando sabemos y estamos más que convencidos que es la incapacidad de un régimen que dejó de ser gobierno para convertirse en una tiranía sin precedentes; que los hechos de corrupción y abandono han dejado a la suerte el funcionamiento de complejos que ayer formaron parte de nuestra gran riqueza como país productor y exportador.

Acabemos con esta gran farsa: no son las sanciones las que detienen a nuestro país, esto no es más que un justificativo que se le ha repetido al venezolano para atrapar su atención y no dejar ver la incapacidad de régimen que tenemos. ¿O acaso también programas como MERCAL, PDVAL, Misiones como Barrio Adentro, Consejos Comunales, entre otros, dejaron de funcionar por las sanciones?

Hoy, Venezuela teje el destino libertario hacia la búsqueda de una reingeniería, no podemos perder más tiempo o de lo contrario estaremos entregando lo que nos queda de esta hecatombe. La lucha de Venezuela debe dirigirse a una búsqueda urgente y sin previo aviso de Libertad, y es ya.