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Muchos son los motivos por los cuales a los venezolanos nos embarga una gran preocupación: el saber que un virus puede arrebatarnos la vida o la de nuestros seres queridos, en medio de una situación socialista es un tema difícil; sin embargo, hay tres historias que en momentos duros siempre me vienen a la mente y sirven de inspiración, por lo que con un gran sentido de la familiaridad se las contaré a continuación: 

La primera historia la escuché cuando estaba en el liceo en el 2009, en el CAMUN (Caracas Model United Nations) que realiza el colegio Moral y Luces “Herzl – Bialik”, allí el director nos contó la siguiente historia judía:

Hace algún tiempo vivió un niño y su padre; el niño era muy diestro con los rompecabezas, hasta que un día logró hacerlos todos lo que su padre le compró. En su insistencia por armar más rompecabezas, el padre -un poco molesto- agarra un periódico, ve la imagen del mundo y lo hace mil pedazos y le dice a su hijo que arme, en la mente del padre estaba la idea de que el niño, al no saber cómo era el mundo, no pudiera con su misión de restaurar el papel; sin embargo cuando vuelve a ver al niño, para su sorpresa, estaba el mundo completo y en su lugar, ante su asombro el niño le dice: «Yo no conozco al mundo, pero al otro lado del papel había la imagen de un hombre, y para arreglar al mundo, primero hay que arreglar al hombre».

La forma de ayudar al hombre siempre ha sido la formación, darle capacidades, discernimiento y la posibilidad de que pueda darse cuenta de las ideas que funcionan para su interés propio; ese es uno de mis principios cardinales y que también ha sido una de las columnas de nuestra organización, y todos aquellos que somos parte de Vente Venezuela, al seguir las ideas del liberalismo, nos hemos convertido en esos niños que con gran convicción por 8 años, han trabajado mucho para arreglar este mundo y eso nada ni nadie no lo puede quitar. 

La segunda historia la leí en el 2011 en la universidad, donde revisando unos textos de historia me encontré con uno de los milagros que se le atribuye a San Pio V, quién fue el Papa 225 de la iglesia católica y quién ante una invasión de los Mahometanos (musulmanes), que superaban por mucho a los católicos en la batalla de Lepanto, el papa oraba por bastante tiempo con los brazos en forma de cruz, y los generales católicos le indicaron a los soldados que rezaran el rosario antes de la guerra, esperando el final que todos ellos deseaban: una derrota de las fuerzas cristianas; sin embargo, repentinamente la dirección del viento cambió con fuerza, lo que puso en ventaja estratégica a los católicos dirigidos por Juan de Austria y milagrosamente les dio la victoria. 

Esta historia sobre San Pio V y la batalla de Lepanto nos recuerda que siempre, y en los momentos más difíciles, nunca nos falta Dios; como organización nunca nos ha faltado y nos ha ayudado a superar difíciles pruebas en donde nuestra vida ha estado en peligro, seguramente no nos abandonará antes esta preocupante circunstancia. 

– La tercera historia la leí precisamente en febrero de este 2020 y como protagonista está el filósofo Sir Roger Scruton. La vida de Scruton estuvo marcada por muchas circunstancias difíciles, sobre todo por no ser de izquierda en un mundo donde esta reinaba, sin embargo, a pesar de que más de una vez lo hicieron perder su trabajo, lo ridiculizaron y le hicieron la guerra, él siempre estuvo lleno de coraje, a punto de que colaboró viajando escondido varias veces a Checoslovaquia para impartir sus clases a los que resistían el comunismo y como la fundación FAES lo reseñó, llegó  a ser capturado por las fuerzas del inteligencia del régimen comunista, más allá de eso, cuando sabía que tenía poco tiempo de vida por la enfermedad escribió:

“Durante este año mucho se me ha arrebatado: mi reputación, mi prestigio en el mundo intelectual, mi posición en el movimiento conservador, mi paz de espíritu, mi salud. Pero se me ha devuelto mucho más: gracias a la generosa defensa de Douglas Murray, gracias a los amigos que han permanecido a mi lado, gracias al reumatólogo que salvó mi vida y al médico a cuyos cuidados me confío ahora. Abatido en mi país, se me ha encumbrado fuera y repasando la secuencia de los acontecimientos solo puedo alegrarme de haber podido vivir lo suficiente para ver cómo ha sucedido todo. Cuando llegas al borde de la muerte empiezas a comprender el significado de la vida, y lo que significa es: gratitud”.

Esa gratitud es la que siento y la que invito a sentir a cada uno de nosotros en la organización, ya que por más pruebas y tiempos difíciles que hemos tenido, seguimos aquí, y nuestras ideas que se convertirán en hechos y los hechos que los llevaremos desde el poder, siempre recordando lo que somos y cuáles son nuestros verdaderos valores: vida, libertad y propiedad. 

Podemos concluir que siempre debemos tener los pies en la tierra, es lo que la filosofía de Ayn Rand nos dice y aceptar que A = A para no vivir de ilusiones se presenta esta premisa necesaria, pero como dice el Catedrático de la Universidad de Sevilla, Francisco José Contreras, nosotros como personas no solo somos cuerpos vacíos que funcionan por algoritmos, personalmente diría que somos trascendentes, y en Vente Venezuela creo que hemos logrado lo más importante de las 3 historias que me guían, porque hemos formado al hombre en contra de sus enemigos, nunca nos ha faltado Dios y hemos sido valientes superando muchas pruebas, y si por casualidad nos quedara de vida 5 segundos, 5 horas o 50 años podemos sentir una gran gratitud, porque ha sido una vida difícil pero también maravillosa. 

Anderson Riverol
@Riverols