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Entre curas, monjas y feligreses, dedicados en vida a cumplir con los preceptos de la Iglesia Católica, Apostólica y Romana, en calles, barrios, templos y hasta en los sombríos conventos citadinos y provincianos, hay una gran confusión y sorpresa por el último comunicado de la Conferencia Episcopal Venezolana.

Para la grey de los fieles católicos,  el repentino cambio de posición asumido con respecto a la tiranía de Nicolás Maduro y sus secuaces resulta  “non sancto” por quienes han seguido a pie juntillas la valiente, firme y decidida posición que había mantenido hasta ahora la jerarquía eclesiástica de nuestro país, frente a las trampas y engaños de Maduro y su camarilla con los falsos diálogos, negociaciones y fraudes electorales, con el único propósito de ganar tiempo y seguir sometiendo al país a sus desmanes.

¿Qué pasó? Le preguntamos a algunos párrocos amigos y la respuesta fue siempre la misma: “No sé qué decirle”.

Ante esta situación pensamos que la Conferencia Episcopal Venezolana no debería ignorar la confusión que ha generado su último documento en el que invita participar en el fraude electoral programado para el próximo 6 de diciembre por la narcotirania, sobre todo tomando en cuenta el rechazo de la inmensa mayoría de los venezolanos y, de por los menos las 59 democracias más importantes del planeta.

La alianza entre Dios y el hombre, es una invitación divina para hacerlo.