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Los liberales siempre respetamos la libertad de expresión y pensamiento de todos, más aún si estos no se encuentran en concordancia o abiertamente contrarían nuestras propias ideas, creemos en la libertad que tienen todos y cada uno de los individuos para manifestar sus ideas y voluntades sin ningún tipo de coacción, siempre que no afecte a otros.

Los que odian las libertades, muchas veces llevando falsamente la bandera de la libertad, actúan sistemáticamente de forma totalitaria, ofensiva, irrespetuosa, burlista y descalificativa contra los verdaderos defensores de la libertad.

De igual manera pasa con aquellos que abiertamente se definen como progresistas, y es importante señalar que el progresismo no es igual a progreso, lo segundo son hechos que se producen en la realidad y que permiten el verdadero avance y desarrollo, mientras que lo primero es una ideología maligna con una agenda oculta.

El progresismo pretende eliminar a aquellos que les oponemos, pero de una forma engañosa: proclamándose ellos como los tolerantes y colocándonos a nosotros como los intolerantes, mostrándose como guardianes de la libertad de pensamiento y expresión, pero asediando de forma fascista a todos lo que se opongan a sus ideas destructivas.

«La revolución dejó de expropiar cuentas bancarias para expropiar la manera de pensar». (Nicolás Márquez, El libro negro de la nueva izquierda).

El progresismo de hoy no tolera diferencia de ningún tipo con respecto a sus ideas y a su vez, es en su accionar abiertamente intolerante; es una ideología violenta que pretende usar la fuerza estatal para imponer sus ideas, demonizando a cualquier acción que se les oponga, considerándola un ataque a la libertad y la diversidad.

Estudiando las acciones de los progresistas podemos observar que cualquier opinión que diverja de las suyas es disminuida, atacada y descalificada de diversas formas, entre los términos para descalificar usan: «homofóbico», «transfóbico» y «conservador», es aún más grave si la opinión que se expresa en discordancia con la progresista se realiza en cualquier red social, automáticamente la horda progre procede a atacarla y si es posible, bloquear la publicación o la cuenta del opinador.

«Vivimos en la era de la llamada «corrección política», que podría definirse como una práctica cultural cuyo objetivo es la destrucción de la reputación personal, la censura e incluso la sanción penal de aquellas personas o instituciones que no se adhieran a cierta ideología identitaria, la desafíen o la ignoren.» (Axel Kaiser, La neo inquisición).

Nos encontramos entonces ante un panorama donde cualquier opinión, sin importar su veracidad, su lógica o su racionalidad, es tomada como una opinión completamente válida si está adecuada a la agenda progresista.

Esta ideología es completamente irracional, ilógica y además contra fáctica, por ello el único instrumento que le queda para poder lograr su objetivo es la violencia sistemática.

El progresismo, actuando completamente de forma intolerante, pero revistiéndose de tolerancia, busca lograr implantar una hegemonía cultural e ideológica.

Sin embargo la libertad es victoriosa y el motivo de la libertad es mucho más poderoso que la violencia y el resentimiento.

«En una sociedad donde está prohibido decir la verdad, ser perseguido por los liberticidas tiene que ser un motivo de orgullo y de honor, es por eso que yo lo tomo como un trofeo”. (Agustín Laje)