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A veces, no salgo de mi asombro. Personas muy serias, se comieron el cuento de la constituyente cubana. No votaron por ella y la combatieron, pero – una vez instalada – creyeron que pariría la constitución comunista. No ha sido así, porque – simplemente – no hablamos de gente seria, sino de títeres. ¡Qué van a estar discutiendo la nueva constitución, ni qué ocho cuartos! Si Miraflores y Fuerte Tiuna (que es lo mismo), concluyen que necesitan esa tal constitución, algo sencillito: abren la gaveta y sacan un proyecto de los varios que le han hecho los cubanos para cualquier ocasión. En el hemiciclo protocolar del Palacio Legislativo que se robaron, sólo sesiona esa constituyente por motivos escenográficos. Ahí todo está previamente decidido. ¿Quién discute, habla, investiga, decide? Es el departamento de cachifería de Nicolás y, al redistribuir algunas cuotas de poder, sacó de San Francisco a Delcy, para poner a Diosdado al frente del circo constituyente.  Ahí se está para “allanar” inmunidades ajenas,  “legislar” en materias de las que todavía no se sabe, “aprobar” el presupuesto para los grandes repartos, darle alguna cancha a Escarrá.

Tres años después del gran fraude comicial que le dio origen, un importante porcentaje de los miembros del parapeto está fuera del país tratando de sobrevivir. Es un 35% (me aseguran), que salió de las roscas regionales y locales (porque las mafias también tienen su bullpen) y del país mismo, renegando de Maduro. Otros, consiguieron el apartamentico en Fuerte Tiuna y un carrito chino, aunque los hay sin ser constituyentes que tienen un sueldo y el mismito apartamento. Algunos, eran empresarios más o menos independientes, que hasta un programa de televisión y una buena cartera de clientes tenían, pero ya nadie confía en sus encuestas, y quedaron rayados al creer que se comían el mundo.