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Distinguimos la belleza en objetos concretos e ideas abstractas, en obras de la naturaleza y obras de arte, en cosas, animales y personas, en objetos, en cualidades y en acciones. La lista se extiende para tomar todas las categorías. Hay bellas propuestas así como mundos hermosos, bellos goles en el fútbol y hermosos ocasos en la playa, bellos sentimientos e intenciones, podemos referirnos a alguien como que tiene una belleza interior, incluso hay enfermedades y muertes hermosas.

La belleza es un algo, una esencia que está en todas las cosas, algo que nos define como personas en la percepción individual, pero que también compartimos con otros, no pretendo definir la belleza, ni siquiera sé si es posible, solo quiero contarles una bella historia.

Un gato gigante atrapó una avioneta, orgulloso y colorido se posa sobre la presa de metal retorcido, mientras mira pasar a los curiosos. En la distancia, un tigre bengala albino de 30 metros mira con la intensidad felina de su naturaleza depredadora al capitán américa, no al que estamos acostumbrados, este en particular tiene el rostro de un piel roja auténtico mientras al fondo se escucha una música disco que sale de un antiguo reproductor de cassettes del tamaño de un edificio de cuatro 4 pisos. Una estampida de dedos recorre la pared del edificio hasta el elefante pulpo, que son dos y uno al mismo tiempo, más allá del jardín John Lennon y Yoko Ono miran pacíficamente al Dalai Lama mientras contempla con infinita compasión al Jedi de Star Wars protestando en un lejano planeta con un cartel que dice “Paren las Guerras”.

En la acera de enfrente el viejo Jack, con su cara marcada por el tiempo, la barba a medio pecho, sus zapatos desgastados y sus medias de lana, acaricia una botella con sus manos moldeadas por el trabajo mientras lee del piso el siguiente pensamiento “Eres tan libre como crees que eres y la libertad siempre será tan real como tu creas que es” (de R.M. Drake).

Estoy describiendo los murales y esculturas del barrio de Wynwood, Miami Florida. No fueron las balas, no fueron los cuerpos policiales, ni el ejército, no fue la coerción, ni la cárcel, fue la esencia del humanismo, el arte y la belleza, que transformaron un barrio secuestrado por la droga y el crimen en lo que es hoy, un santuario de arte y de progreso, fueron los artistas callejeros del barrio unidos a otros tantos que vinieron de tierras lejanas, provistos de pinceles y colores, de cuentos y poesía, artesanos de la comida y la cerveza, hicieron explotar de belleza las paredes y las plazas, las casas y las calles, las cocinas y las barras como una gran orgía de color, poesía e imaginación.

Como diría un buen cristiano “los caminos de Dios son misteriosos” o como diría un naturalista “la vida siempre consigue la manera”, cuando nos encontremos con la esencia, con la belleza, cambiará la monotonía gris de la cárcel y de la arquitectura repetida y conformista de la sumisión colectiva, cuando nos encontremos con la belleza, por cada ventana y balcón saldrán flores de colores y ganas de vivir, en las noches cada residencia tendrá su propio juego de luces que, con la magia digital, contarán historias y comedias, pero en mi edificio la historia más contada será la de un país que transitó a la libertad por el camino de lo bello, Venezuela.