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El primitivismo que está imperando en Venezuela es abismal, no hay forma de entender como se pudo haber llegado a este punto, en un país que lo tiene todo para desarrollarse no hay gas, gasolina, ni gasoil y es el segundo país en reservas probadas de petróleo en el mundo; la inflación galopa por encima del 500% mensual, obligando a la población a recurrir al trueque, la forma de comercio más primitiva conocida hasta hoy, se pasó de la cocina a gas al fogón de leña y el que pudo hacer una cocina a gasoil, se encontró con la escasez del combustible.

Gran parte de la nación se encuentra a oscuras, sin electricidad, todo según el conglomerado criminal es culpa de la oposición y eso que ésta ya ni aparece, han entregado hasta las siglas de sus organizaciones políticas al régimen. Es un país en el que la fábrica más grande que existe, es la mentira gubernamental, la descripción de un paraíso para ilusos soñadores con una izquierda bohemia, fundamentada en las aventuras de los guerrilleros marxistas y terroristas, asesinos como el che Guevara y el propio Fidel Castro que se hicieron del poder para aprovecharse de las riquezas de su país para beneficio propio, como es el caso de las familias que se han aprovechado en nuestro país de la infinidad de recursos, sin importarles la forma destructiva de explotación que vienen aplicando.

Tal es el caso del arco minero, utilizan para esta propaganda medios creados y estructurados para seguir una línea “política” aprovechando la hegemonía comunicacional al apoderarse del espectro radiofónico, aplicando leyes hechas a la medida y apoyados por “medios privados” al servicio del régimen, hay políticos que sin haber trabajado nunca y que si nos tomamos el tiempo de calcular, lo que han ganado legalmente durante toda su vida, no les alcanza para ser buhoneros, pero poseen una gran fortuna e inversiones parasitarias con el régimen que son protegidas por el brazo armado del partido en el (des)gobierno, porque nuestro país no tiene fuerzas armadas, sino un partido armado y pagado con recursos del estado, reiterado por el propio ministro de la cartera.

Hay que decirlo, existe una verdadera ceguera colectiva o un miedo recalcitrante en el ambiente. Con una parte de la población aferrada a una esperanza de que el régimen los haga ricos sin trabajar, sostenidos por unos bonos que son la muestra de la miseria en que se vive. Día a día el 96% de la población debe salir a rebuscar lo necesario para mal alimentarse con sus familias, no se puede esperar nada en un país en que se destruyó todo el aparato productivo, un país no puede prosperar sin inversión privada, los controles son instructivos para la corrupción.

Si se continúa retrocediendo vamos a terminar como los monos, comiendo el maíz directamente en la mata y cuidado si la barbarie no nos lleva al canibalismo dado los niveles de hambruna que se esperan en los próximos meses. El señor se apiade de Venezuela.

 

Edgar Hernández, coordinador municipal de Formación de Valores en Arístides Bastidas, estado Yaracuy.