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El día de hoy quiero mostrarles un poco de mi perspectiva acerca de la cultura del Estado presente y las empresas privadas, a estas últimas en cualquier lugar del planeta hay que darles la relevancia que se merecen, pero especialmente hay que darles relevancia en América Latina, ya que esta se encuentra constituida por un porcentaje de países en los que predomina la cultura estatista.

La cultura estatista siempre resulta ser perjudicial, un ejemplo de ello es Venezuela con el conocido Socialismo del Siglo XXI. El ex presidente Hugo Chávez Frías durante su periodo de mandato se encargó de destruir la propiedad privada, expoliando compañías que supuestamente en manos del Estado traerían crecimiento para el país, pero al final esa expoliación llevó a Venezuela a un abismo del cual iba a ser difícil salir. Con la frase “Exprópiese” Chávez se declaró enemigo de la libre empresa, vale la pena mencionar que este sujeto siempre señalaba a los empresarios como enemigos del pueblo, mostrando a la intervención del Estado como la solución a todos los problemas existentes, estigmatizando la devastación de la propiedad privada como un beneficio para la nación

El líder de la Revolución Bolivariana introdujo en las mentes de muchos venezolanos una visión empresarial-estatista, persuadiéndolos de que cualquier fabrica, hospital, escuela etc., estaba mejor bajo el manejo del Estado y no bajo el manejo de un particular. Sin embargo, la gran mayoría de las personas que compraron la idea de que el gobierno tenía que asumir el rol de empresario, acabaron dándose cuenta de que esa idea contribuyo en la construcción de la debacle que podemos observar en la actualidad.

A pesar de todo lo enunciado anteriormente, hay que comprender que lo ocurrido en Venezuela es apenas uno de tantos ejemplos que se pueden dar de cómo el gobierno arremete a los empresarios incluso llegando a querer remplazarlos en su labor de una manera coactiva.
Habitualmente las empresas estatales en un momento determinado muestran una profunda improductividad, por lo tanto, hay que empezar a comprender que sí buscamos prosperidad y crecimiento económico, tenemos que tomar el camino del auténtico espíritu empresarial y valorizar fuertemente el papel fundamental que juega la empresa privada. Los empresarios privados han probado ser sujetos importantes en la lucha por la libertad, así como también lo han sido en la formación de riqueza para las naciones.

Es necesario abandonar el criterio que coloca al gobierno como empresario, el Estado nunca ha producido riquezas y jamás lo hará, lo único sensato que debe hacer el Estado es aminorar su actividad y respetar las garantías individuales estipuladas en la normativa, además de construir un marco institucional que permita atraer a una inmensa cantidad de inversiones de particulares, los cuales serán responsables de edificar el crecimiento económico y el bienestar social.

Si los latinoamericanos queremos que impere la innovación y el bienestar, debemos desligarnos de la visión empresarial-estatista, no podemos caer en la manipulaciónón de aquellos personajes populistas que señalan a los empresarios privados como sujetos inmorales.