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En Venezuela ha sido rutinario soportar a ciertos liderazgos quienes no hicieron más que vociferar halagos y exclamaciones de grandeza, exaltando algunas realizaciones que se encuentran a la vista de todos, atribuyéndose prácticamente ser los artífices de dichos resultados y hasta los propietarios privados de los bienes y establecimientos existentes en el país.

Por ejemplo, hagamos ejercicio mental con expresiones populistas como: «Contamos con los recursos naturales más importantes de la tierra: petróleo, oro, bauxita, coltán, y pare de contar». Por otra parte, «Tenemos las reservas naturales de agua, tierra, mar y bosques que ofrecen los elementos vitales para la subsistencia de muchas generaciones», y yo les prometo bla, bla, bla, y dele que va en baja’…, como suele decirse en la más llana expresión popular. Casi que se dicen ser Dios creador de todo.

Es que dichos sujetos han sido -y siguen siendo- de lo último con su arrastrada retórica de lo absurdo. Ahora, hay que detenerse a examinar que dichas fórmulas de expresión no hubiesen alcanzado tal resonancia si no existiera un destinatario capaz de tomarse aquello como el agua líquida. Entonces, algo ha ocurrido -y sigue ocurriendo- al respecto, por lo que pienso que hay que poner las barbas en remojo. Les confieso que soy uno más que, entre muchos, me tomo el tiempo en detenerme a pensar en esto, y una demostración  lo constituye el compartir estas líneas con ustedes.

Como el asunto es algo complicado, solo voy a resaltar aquí algunos detalles que merecen ser observados con detenimiento:
– Que el discurso está dirigido a una masa que no cuenta con la capacidad de analizar los contenidos del mensaje, por lo que, termina aceptando como veraz lo que se escucha y se inclina por seguir al vociferante.
– Que los palabreros cuentan con el verbo florido y el carisma capaz de cautivar a las masas.
– Que los discurseros, tal como le escuchaba decir a mi señora madre, «estudiaron en su libro», valiéndose de toda patraña para embaucar y así como se observa que hacen los cocodrilos en su hábitat al cazar y atrapar a su presa, aplican esa vuelta del remolino fatal.
– Ahora, también observo que entre la gente que ha seguido a los discurseros, maniobreros populistas, hay los reconocidos por su desempeño intelectual, académico y científico. ¿Entonces? ¿Qué pudo haber ocurrido en esa vinculación del discurso populista y la masa?

Como el asunto no es tan sencillo ni de respuesta ligera, lo cierto en todo esto es motivar y dirigir la visión hacia adelante, dejando atrás enterrados los errores que aquí nos trajeron, rescatando los aciertos y convencidos de contar con la capacidad de saber que se pueden revertir los procesos y los errores, y con ello, en pleno ejercicio de ciudadanía responsable, abrir esa mirada, levantando la cabeza con las nuevas conducciones que nos merecemos en plena participación libre de todos, creyendo que sí se puede porque estamos en el camino correcto: ENTERRANDO EL POPULISMO y sus secuelas.

Asdrubal Romero Silva
Secretario político municipal – DEM Barinas